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"Mi mamá es el mejor papá del mundo" es una frase que suele observarse en pegatinas de autos, buses e, incluso, tatuajes. La líder, en muchas familias, es la madre; es ella la que se pone los pantalones y afronta los problemas con pechos de acero, demostrando valentía y fortaleza.
De por sí, la labor de ser la mejor mamá del mundo es difícil, pues requiere de mucha entrega, amor y disciplina. Si agregamos a esto el hecho de cumplir con el rol profesional, la tarea se vuelve más ardua. Sin embargo, muchas mujeres demuestran a diario que con dedicación se pueden realizar ambas ocupaciones.
Para las mujeres solteras, el camino de la vida se convierte, en algunas ocasiones, en un recorrido un poco espinoso, pues deben sortear una serie de inconvenientes en el día a día. La sobrecarga de responsabilidades cuando las madres deben salir a trabajar y también cuidar del hijo es el enemigo más común que causa estrés en estas guerreras.
Correr con el biberón en una mano y con los papeles de la oficina en la otra es una misión que requiere mucho valor para ser cumplida. Tal parece que las madres solteras son una especie de Mujer Maravilla porque cuentan con el superpoder de ser arquitectas, ingenieras, abogadas, amigas, madre y padre a la vez.
Otra dificultad que se presenta con frecuencia en la vida de estas guerreras es el cuestionamiento que reciben por parte de la familia, amigos o del mismo niño acerca del porqué no están con el padre de su hijo. Aunque cada día es más frecuente ver familias encabezadas por mujeres, aún hay personas que critican a una madre soltera sin siquiera saber la causa.
Tener una mamá que cumple con el rol de papá no significa recibir menos amor. Las heroínas de la familia se van a encargar de consentirte, cuidarte y, claro, corregirte cada vez que sea necesario. El orgullo de ser hijo de una Mujer Maravilla no debe hacerse esperar, ya que a diario sos testigo del superpoder que tiene para criarte con amor, dulzura y paciencia, a la par de protegerte de los peligros de la calle con su escudo defensivo.
Por Rocío Ríos (18 años)