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La gran mayoría de los jóvenes cristianos participan en retiros espirituales con el propósito de prepararse para la celebración de sacramentos como la Primera Comunión y la Confirmación. Mientras que algunos acuden por primera vez, a la espera de sorpresas, otros ya experimentaron varias veces estas jornadas religiosas.
El equipo de trabajo es numeroso: padres, profesores, catequistas, religiosos y grupos juveniles se movilizan con esmero para que los retiros den frutos abundantes. Charlas, dinámicas, meditaciones y oraciones son momentos esenciales de un retiro espiritual, aunque también hay breves espacios de diversión.
Muchos acuden a estos encuentros con ciertos prejuicios; el simple hecho de dejar la calidez del hogar, las salidas con los amigos a farras y el desconectarse de los grupos del WhatsApp son motivos por los cuales algunos jóvenes se sienten incómodos por vivir la experiencia de apartarse de esas cosas por un fin de semana.
Permanecer tres días encerrados en una casa de retiros, rezar y meditar al puro estilo de los monjes conforman la película que tienen muchos jóvenes con respecto a las jornadas espirituales, por lo que suelen comentar a sus pares: “Qué haso” o “qué tekorei”.
Las charlas en los retiros no giran únicamente en torno a la religión. Si bien, estas jornadas buscan fomentar en los participantes una mejor cercanía a Dios, también se insta a la reflexión sobre la realidad del país, la problemática en el desarrollo integral de los jóvenes y las relaciones con los padres.
No todo el día los jóvenes pasan con las manos juntitas, acompañados de un rosario; en las divertidas dinámicas y momentos de esparcimiento, conocen a nuevas personas, charlan sobre sus proyectos de vida y bromean con quienes eran anteriormente desconocidos.
Investigadores científicos del “Marcus Institute of Integrative Health”, de la Universidad Thomas Jeffersonde EE.UU., indicaron que los jóvenes que asisten a los retiros espirituales experimentan efectos psicológicos positivos. Los estudios, realizados en 14 participantes, señalaron aumentos en los niveles de dopamina y serotonina, neurotransmisores que regulan las sensaciones placenteras del organismo.
Si tuviste la oportunidad de asistir a encuentros de esa índole, quizás hasta ahora atesores aquellos momentos de reflexión que marcaron tu vida y ayudaron a perfeccionar tu forma de ser. Creas o no en Dios, es innegable que el ser humano necesita tiempo para escapar del caos de la rutina y reflexionar sobre sus acciones. Los retiros son medios para descubrir nuestras debilidades, fortalecer las virtudes y decirle chau a las malas vibras.
Por Víctor Martínez (19 años)