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En muchos lugares del mundo, ser políticamente zurdo o tener una ideología progresista es algo normal; tan normal como ser de derecha y conservador. Lastimosamente, en varios países de Latinoamérica no es así y, obviamente, el nuestro no es la excepción. Muchos compatriotas creen que ser de izquierda es algo malo; es típico que la gente piense que solo por leer a Karl Marx o tener una pinta como la del Che Guevara uno ya está planeando un golpe de Estado o un quilombo frente al Congreso.
Es sabido que nuestro país vivió 35 años bajo un régimen dictatorial y conservador; una dictadura militar que no aceptaba otras ideologías y que te llevaba preso si tenías pelo largo, barba o vestías de una manera “rara o extravagante”. A pesar de ello, existían unos pocos verdaderos rebeldes, quienes se oponían al gobierno de Stroessner y lo hacían notar; estas personas eran reprimidas brutalmente y en ocasiones exiliadas, torturadas y hasta asesinadas.
El régimen stronista hacía creer a la gente que estos “zurditos” eran terroristas y desestabilizadores del gobierno de “paz y progreso”, por lo que muchos paraguayos quedaron con este concepto sobre las personas de izquierda. Hoy día, lastimosamente, muchos compatriotas siguen con esta mentalidad retrógada; en las redes sociales podemos leer muchos comentarios negativos e insultantes hacia militantes del Partido Comunista Paraguayo, del Partido Revolucionario Febrerista, del Frente Guasu, etc.
Si damos una lectura rápida a nuestra historia, veremos que tuvimos solo dos presidentes zurdos o de centro-izquierda: Rafael Franco en 1936 y Fernando Lugo en 2008. Algo que vale resaltar es que ambos fueron derrocados del Gobierno. Estos datos nos demuestran que nuestro país es una nación muy conservadora y no toda la culpa es de Stroessner, sino de los compatriotas mismos que se encargan de seguir tachando de terroristas a los seguidores de ideologías izquierdistas.
Entonces, ¿es malo ser de izquierda? La respuesta es no. Vivimos en democracia desde hace 27 años y una de las cosas que caracterizan a esta forma de gobierno es la libertad ideológica. Ser de izquierda, de derecha o de centro es tu elección personal; en realidad, nadie puede obligarte a militar en algún partido político o simpatizar con este o aquel movimiento.
Ser zurdo no es sinónimo de ser terrorista o desestabilizador del Gobierno. Al conocer más sobre las ideologías de izquierda, uno se puede dar cuenta de lo que es verdaderamente la política progresista. Mientras sigamos creyendo que pensar diferente es malo o que los “zurditos” solo están en el poder para robar, seguiremos votando a los mismos de siempre y plagueándonos porque nuestro presidente conservador “no hace nada por el país”.
Por Brian Cáceres Verón (17 años)