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Si buscás fotos de profesiones, en las cuales las mujeres representen a una bombera o policía, seguro siempre las ves semidesnudas y con pose provocativa en una revista para adultos o en el cartel que cuelga por la pared del taller mecánico. Sin embargo, la figura del hombre en estas labores representa al héroe que protege de cualquier problema a las personas.
Día a día, las publicidades imponen estándares para ser la “mujer ideal”: aquellas chicas que son imagen de artículos de belleza deben tener un cuerpo estilizado, sin celulitis, con buenos atributos y un cutis delicado. En pocas palabras, una reina extraída de los cuentos de hadas, una idea que aleja de la realidad a la mujer de carne y hueso que es estudiante, profesional, madre o ama de casa.
Cenicienta y La Bella Durmiente son algunas de las princesas que una empresa de limpieza usó para sus comerciales. Las doncellas siempre esperaban a sus caballeros con los pisos relucientes y la cocina impecable. ¿Parece una comparación absurda y sexista? Tristemente, esta publicidad demostró que las mujeres son las que aguardan a sus “príncipes azules” con la casa aseada y la mesa servida.
Es común que los comerciales de autos utilicen la imagen masculina con adjetivos como inteligente, ágil, fuerte y rápido. De esta manera, dejan de lado el hecho de que el sexo femenino también viaja en este medio de transporte para cumplir con todas sus actividades a cabalidad. Muchas mujeres estudian y trabajan, pero, según los publicistas, ellas simplemente son aptas para promocionar la lavandina, el detergente y los pañales desechables.
Definitivamente, este tipo de avisos publicitarios dejan al descubierto que los pensamientos retrógrados siguen persistiendo en las mentes de muchas personas. Las publicidades deben dejar de vender sus productos con mensajes sexistas. Es momento de romper esa línea de etiquetas y poner equitativamente en la balanza la figura masculina y la femenina.
Por Dahiana Galeano (20 años)