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“No es mi día. Desde que desperté, tengo mala suerte”, es una frase que se oye todas las semanas en la ronda de amigos y no falta el que responda “¡vos siempre fuiste yeta!”. ¿Acaso uno debe conformarse y estancarse en las extrañas pasadas que le juega el azar? Tal vez puedas hacer algo para transformar un momento incómodo en una experiencia divertida.
Muchas casualidades llevan a creer en una mala suerte inevitable; por ejemplo, caerse de la cama, tropezarse frente a un grupo de personas en la calle y provocar las risas de una multitud, ser mordido por un perro, pasar vergüenza frente a tu amor platónico, etc. Esta lista podría seguir, pero no vale la pena mencionar más problemitas.
Si enviás una captura de pantalla del chat a la misma persona con la que estabas hablando, buscá una forma creativa de salir del apuro. El secreto para ahuyentar la mala suerte es tener algunas soluciones bajo la manga, así podrás reír de los momentos incómodos en lugar de enojarte contigo mismo.
Para convertir una situación embarazosa en algo memorable, hace falta tener dominio de las emociones, pues estas son las que llevan a exagerar los tropezones y ponerles el nombre de “yeta”. Ciertamente, todas las personas pasan por pequeñas dificultades día a día; la diferencia está en que algunas las toman bien y otras se amargan ante el primer aprieto.
Reír de uno mismo es la mejor medicina para el estrés y la única manera de alejar todo aquello que te haga daño. Que hayas tenido un par de contratiempos en el día no significa que las desgracias te acompañen, solo son casualidades un poco desagradables que, sin duda, no te convierten en un imán de las malas vibras.
Muchas veces, las personas exageran lo que les sucede y se ahogan en una gota de agua. Por ejemplo, si un pájaro realiza sus necesidades fisiológicas justamente sobre vos cuando podía haberlo hecho sobre cualquier otro de tus amigos, no maldigas al ave ni vociferes sobre cuánto te costará lavar tus prendas, simplemente tomalo con gracia y buscá el lado bueno de ese contratiempo.
Todas las situaciones complicadas tienen un lado positivo; observar más seguido el aspecto agradable puede lograr un cambio en tu persona. Si ves cada suceso como algo malo, obviamente serás un “yeta”, como se dice comúnmente.
La vida está llena de obstáculos, lo que significa que se compone de luces y sombras; de vos depende mantenerte firme y sonriente a pesar de los momentos malos. Entonces, la próxima vez que pases una “pelada épica”, reíte con fuerza de vos mismo; así, tendrás una anécdota cómica para contar más adelante en vez de un feo recuerdo.
Por Belén Cuevas (15 años)