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Durante la niñez o cuando empezamos a entrar en la adolescencia, encontramos alguna actividad que nos gusta realizar; la mayoría de los varones se decantan por el fútbol, mientras que las chicas varían entre el baile, el canto o la actuación. Mientras estamos en esa etapa de varios cambios solo hacemos lo que nos apasiona por diversión, pero llega un momento en el que nos preguntamos: “¿tendré talento para esto?”
Si hay algo que te guste mucho hacer, en algún momento te planteás una situación en la que realices esa actividad durante toda tu vida y que, además, puedas vivir de la misma. Ese pensamiento lleva a preguntarte si sos lo suficientemente bueno para dedicarte a lo que te apasiona.
Muchos chicos sueñan con convertirse en el próximo Neymar y una gran cantidad de chicas se ven en un futuro como la nueva Ariana Grande. Es cierto que casi todos los personajes famosos del mundo del arte y el deporte nacieron con un don, pero lo que nadie dice es que ellos también tuvieron que hacer grandes esfuerzos y pasar por momentos muy duros no solo para llegar a la cima, sino también para mantenerse en ella.
Si alguien nace con un don especial, todo se hace más fácil, las cosas le salen solas y parece que no tiene ni que esforzarse para hacerlas, pero aunque así sea, dejarse estar y conformarse solo con lo que ya se tiene es retroceder. A veces, una persona que no nació con las mismas condiciones intelectuales o físicas que un talentoso, puede igualarlo con la pasión, el esfuerzo y las ganas de sobresalir que inundan su ser.
Si lo utilizás bien, el talento puede traerte grandes beneficios, pero si no lo tenés y sos lo suficientemente perseverante, podés conseguir los mismos resultados que alguien con un don. Como dijo el entrenador de fútbol Pep Guardiola: “El talento depende de la inspiración, pero el esfuerzo está en cada uno”.
Lo que se debe hacer siempre es dar todo lo que se pueda; tengas o no talento, es muy importante poner todo lo que lleves adentro para alcanzar tus objetivos. Así, si no lográs llegar a la meta, al menos te quedás con la sensación de que diste todo lo que tenías.
La situación ideal sería contar con el talento en un área que te apasione y acompañar ese don con el esfuerzo necesario para llegar a lo más alto. Así que ambos factores, tanto la dedicación como la aptitud, forman una combinación perfecta para tener éxito en cualquier ámbito de la vida; pero que el talento no es suficiente y que el esfuerzo nunca está de sobra, está claro.
Por Diego Benítez (18 años)