Para ser un buen delegado de curso, necesitás liderazgo, paciencia y garra

Juntar dinero para adquirir pelotas y organizar torneos son algunas de las tareas que todo delegado de grado dirige durante el cole. En la facultad, los desafíos son más exigentes y el mandamás del curso tiene que lidiar hasta con los compas más pesados.

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El año lectivo ya se inició y numerosos chicos reanudan la rutina en las aulas de clase; sus mochilas están cargadas de sueños y muchas ganas de superación. Los profesores dan la bienvenida y, en algunos cursos, explican el procedimiento de elección del que tome la batuta del salón, es decir, el delegado.

Una de las primeras actividades al comienzo de clases es elegir las autoridades del curso, mediante votaciones. Generalmente, los cargos son presidente, vicepresidente, secretario y tesorero, pero el puesto más pujado por los chicos es ser delegado.

Si bien los políticos nos hartan con sus metidas de pata y derroches de dinero, cuando somos chicos, los puestos de mando nos apasionan; las ganas de competir y dirigir son actitudes que nos caracterizan en época del cole. Aquellos que son elegidos como delegados se sienten muy populares y buscan transmitir sus ideales a sus compañeros. Las decisiones que toman quizás no sean de alto voltaje, pero son bien sencillas como crear equipos de limpieza y recaudar dinero para comprar pelotas y camisetas deportivas.

En la facultad, el nerviosismo y la ansiedad se apoderan del delegado de curso. Sus responsabilidades son muy serias y las decisiones que toma afectan a todo el grado. Influencias políticas suelen imponerse en algunas clases y, en tales casos, quedan atrás la armonía y el respaldo incondicional de los alumnos.

Recolectar dinero de los compis para las fotocopias, buscar librerías donde el precio de los materiales sean más accesibles, registrar la asistencia y coordinar con los docentes la fijación de los horarios de parciales son algunas de las labores que cumple el delegado. En el periodo de los exámenes finales, este estudiante recibe los lloriqueos y las quejas de sus compañeros, quienes exigen ayuda cuando les faltan puntos o tienen problemas con la asistencia.

Hagamos memoria de la gran hazaña del “UNA no te calles” en el 2015. Esta gran lucha a favor de la educación superior del país no hubiera sido posible sin la asistencia y el apoyo de los líderes de curso. Gracias a un correcto desempeño de los delegados y los presidentes de los centros de estudiantes, se logró la renuncia del entonces polémico rector Froilán Peralta.

Si tuviéramos conciencia de la dificultad de estar al frente de un curso, colaboraríamos mejor con nuestro delegado, ya que, aunque nos caiga mal, en caso de problemas mete la mano en el fuego para ayudarnos.

Por Víctor Martínez (19 años)

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