¿Pa'i o monja en el 2018? Dedicar la vida a Dios genera asombro en la sociedad

Si un amigo te cuenta que quiere ser sacerdote o tu hermana anhela convertirse en monja, ¿qué harías? Aparentemente, ponerse el hábito parece una idea descabellada, ya que, cada vez menos, las personas apoyan la vocación de dedicar la vida a Dios.

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En décadas anteriores, el sueño de la abuela era que su nieto se convierta en sacerdote y su nieta en monja; algunas tatas aspiraban a esa vocación para sus descendientes, ya que aseguraban una vida correcta y otras porque deseaban que sus sucesores estén en el camino del Señor.

Hoy en día, las expectativas han cambiado: médico, ingeniero, abogado o empresario son las profesiones que muchos padres desean para sus hijos. “Vas a ganar bastante dinero”, “trabajarás mucho, pero tendrás una fortuna”, son los comentarios motivadores para decidirte por esas carreras técnicas y empresariales.

Escuchar a un joven decir que aspira ser sacerdote o a una muchacha que quiere servir al Señor como monja es algo que no pasa todos los días. ¿Qué harías si alguien te confiesa ese deseo? Muchas personas se sorprenden y comentan cosas como: “¿Acaso no querés tener hijos?”, “estudiá primero y después metete en esas cosas”, “pensá bien antes de decidirte”.

Algunas personas creen que los conventos son lugares aburridos, donde lo único que se hace es rezar y reflexionar. Sin embargo, la realidad es bastante distinta: los seminarios son como cualquier otro centro de estudios, solo que con más clases sobre la religión y las ciencias humanas.

Llevar la vocación sacerdotal y la vida en un convento no es algo que se te ocurre de la noche a la mañana; el llamado de Dios no es fácil de interpretar, ya que dejar de lado las cosas que te gustan para servir al prójimo no es una decisión que se toma a la ligera. Por el hecho de ser joven, existen muchas dudas que no son fáciles de responder y pueden provocar que cambies de opinión.

Actualmente, muchas personas viven aferradas a lo material, quieren conseguir dinero y ser mejores que el que está a su lado; es reconfortante saber que aún existen jóvenes a quienes les gustaría llevar una vida al servicio del prójimo y el bienestar espiritual.

Si algún día te encontrás con alguien que está con la idea de querer entrar a un seminario, apoyale. No seas otra carga más que complique su difícil decisión diciéndole que no le conviene o recordando las cosas a las que va a renunciar. La elección de abrazarse a esta vocación es personal, pero necesita de la comprensión y el apoyo de los demás.

Por Divina Alarcón (18 años)

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