Nos creemos los dueños de las calles e ignoramos las reglas de convivencia

Estacionar en lugares prohibidos, bajar por la puerta delantera de los buses e ignorar la franja peatonal son faltas cometidas por muchos ciudadanos. Las reglas están hechas para ser respetadas, pero en nuestro país esta recomendación es invisible.

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La mayoría de las personas se queja de la falta de orden y limpieza que puede observarse en nuestra sociedad, pero, ¿qué hacemos para remediar esta situación? ¿Respetamos las normas establecidas? El inconveniente es que exigimos mucho sin esforzarnos por cumplir las reglas que deberían garantizar la armonía pública.

Existen normas simples pero bastante necesarias para que reine el orden público. Por ejemplo, “bajar por la puerta trasera” es una indicación que está presente en los buses; lastimosamente, muchos pasajeros ignoran la recomendación y el caos se hace presente cuando los que realizan su recorrido para bajar por adelante chocan con las personas que van apretujadas en la estribera del colectivo.

Si hiciéramos un ranking de las normas menos respetadas a nivel local, definitivamente, “tener en cuenta la franja peatonal” ocuparía uno de los primeros puestos. Los automovilistas ignoran esta señal tan importante en el tránsito como si fuera invisible en el pavimento, mientras que los peatones cruzan en zigzag para esquivar a los vehículos y motocicletas a fin de llegar hasta la otra vereda.

La señal de “prohibido estacionar”, representada con una “E” gigante y una línea roja en diagonal, tampoco es importante para los ciudadanos que “un ratito nomás” dejan sus autos para ir a hacer unos trámites. Increíblemente, las personas que incumplen esta norma son las que más se indignan cuando encuentran el cepo en las ruedas de sus vehículos.

Si queremos vivir en un país más ordenado y limpio, debemos ser capaces de tirar las basuras en los tachos correspondientes a fin de no ensuciar los lugares públicos. Además, es necesario que evitemos prácticas nocivas para el medio ambiente, como la quema de residuos en el patio de la casa o el lanzamiento de las bolsas de desechos en los raudales que se forman con las lluvias.

También es cierto que las autoridades encargadas de hacer respetar muchas de las normas no cumplen a cabalidad con su trabajo, pero eso no nos libera de la culpa de infringir las reglas. La armonía pública depende en gran parte de nuestro comportamiento; por eso, no podemos andar por la calle haciendo lo que se nos da la gana.

Por Viviana Cáceres (19 años)

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