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El cuerpo humano no puede funcionar de manera óptima si uno de sus órganos tiene un problema, porque es un sistema en el que todas las partes están conectadas entre sí. De esa misma forma, las personas vivimos en una sociedad y lo que sucede con un sector nos afecta de algún modo a todos. Por eso, el cambio debe empezar en nosotros mismos, dejando de lado el individualismo y la indiferencia.
“A mí no me interesa la política; yo me preocupo por ser un buen estudiante nomás”, es el discurso que ofrecen algunos jóvenes. No se dan cuenta de que ser sumisos y calladitos no equivale a ser responsables. Un alumno que protege con uñas y dientes su educación está pendiente de su instrucción académica y quien reclama cuando la democracia se encuentra en peligro se preocupa por su formación cívica.
Aunque tengas techo, comida y unos padres que trabajan, no podés hacer caso omiso a lo que pasa a tu alrededor. Si abrís los ojos y mirás más allá de la muralla de tu casa, encontrarás niños que dan clases bajo los árboles, personas que deben vender su voto a cambio de la única comida que probarán en el día y ciudadanos que mueren en las salas de espera de los hospitales públicos por falta de camillas o medicamentos. ¿De qué te sirve tu burbuja si todo lo que hay a tu alrededor huele a necesidad y pobreza?
El cambio empieza en uno mismo y compromete al resto de las personas. Instruyámonos para ser buenos líderes, pero no nos olvidemos de estar pendientes de lo que sucede en la sociedad porque cuando somos indiferentes, damos paso a los inescrupulosos para hacer lo que se les cante con los cargos públicos que ocupan.
Si muchas de las personas que poseen puestos importantes en el Gobierno tuvieran un corazón solidario, la ciudadanía no sufriría las consecuencias de la ambición desmedida de los “líderes” políticos. Un lío bien organizado como el que había pedido el papa Francisco, es posible con jóvenes comprometidos con sus obligaciones y que sienten el sufrimiento de los demás en su propia piel.
Evitemos quedar de brazos cruzados cuando algo no anda bien en nuestro país y defendamos juntos nuestros derechos, luchando codo a codo y de sol a sol; de esta manera, no habrá injusticia que pueda contra nosotros. Dejá de pensar solo en vos y preocupate también por los asuntos que afectan a la sociedad en la que te desenvolvés; acordate del famoso dicho de Los tres mosqueteros (Alejandro Dumas): “Uno para todos y todos para uno”.
Por Viviana Cáceres (19 años)