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A veces, apenas empieza la semana y, en un abrir y cerrar de ojos, ya es viernes otra vez. ¿Te percataste de lo rápido que está pasando el tiempo?
Así también, cada vez crecés más velozmente. Si te acordás de tu niñez, en ese entonces, el tiempo pasaba más lento y los mejores momentos se volvían eternos, como era el caso de las vacaciones. Sin embargo, ahora ya estás terminando el colegio o empezando la facultad y debés tomar decisiones importantes en tu vida.
Esto se debe a que, cuando estás realizando alguna actividad que te gusta, el tiempo pasa volando. En cambio, si te ocupás de cierta labor que ni siquiera te agrada, la vida se vuelve aburrida y por ello la hora transcurre mucho más lentamente.
Investigadores aseguran que, mientras más envejecemos, más rápido corre el tiempo porque ya no tenemos experiencias emocionales, como el primer beso o el inicio de las clases. A medida que somos mayores, los días pasan volando, ya que tenemos una rutina pesada, mucho trabajo, un tráfico desesperante y lo único que queremos hacer es dormir, aunque luego tengamos que volver a la estresante jornada.
Dentro de poco, ya estaremos cantando una “Navidad sin ti” y mirando al cielo la pirotecnia que celebra la Nochebuena. Así también, en un abrir y cerrar de ojos, faltarán “cinco para las 12 y el año va a terminar”.
No te quedes con la rutina aburrida de todos los días que disminuye tu intensidad emocional. Aprovechá cada momento y cambiá tus hábitos pesados por experiencias que no se acaben en un santiamén.
Por Yanina Sosa (16 años)