Muchos mitos y pocas verdades sobre la anunciada difícil vida del universitario

Al terminar el cole, empieza la búsqueda de una casa de estudios que vaya acorde a tus posibilidades. Inevitablemente, se crean muchas expectativas respecto a la vida universitaria que, a veces, son superadas y otras no resultan como esperabas.

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Llega el primer día en la facultad, no tenés idea de dónde debés ir, en qué clase vas a estar y mucho menos quiénes van a ser tus compañeros. Tratás de llegar puntualmente para no pasar la pelada de perderte y entrar al salón equivocado, la secretaria te dice que esperes, ya que en un rato te van a guiar y decir “todo”.

Tratás de ver a algún conocido, pero no encontrás a nadie, así que te quedás en una esquina esperando que por fin se presenten los directivos y te digan dónde tenés que estar. Finalmente, te ubican en un salón lleno de desconocidos, todos con cara de que quieren salir corriendo y vos tratás de encontrar algo en común con alguien para entablar una conversación y no sentirte tan jagua canoa.

Pasaron los primeros meses, ya tenés unos cuantos amigos y manejás ciertas cosas, y notás que no todo es como te habían dicho en el colegio. Es cierto, los profes ya no están detrás de vos pidiéndote la tarea y mucho menos te preguntan si te pasa algo cuando faltás a clases; en realidad, a nadie le importa si venís o te vas.

En el cole te decían: “En la universidad, los profesores no van a tener tiempo de explicarte si no entendés algo al momento de la clase, así que tratá de prestar atención”. La realidad es que muchos docentes dan ciertos espacios para que uno se acerque a aclarar las dudas y pueda comprender mejor, pero no por eso van a dejar de desarrollar los contenidos del programa.

“Amigos como los del cole no vas a encontrar en la universidad”; es verdad que no se puede comparar una amistad de años con algo que surgió de la nada en un salón lleno de desconocidos, pero tranquilo, es probable que te alíes con alguien que sea idéntico a vos y logre que las horas de clase no sean tan agobiantes.

“En la universidad, a los profes no les importa si faltás a clase”, esa idea es más o menos acertada. Cuando te ausentabas en el cole, la profe enseguida llamaba a tu mamá a preguntar el motivo; en la facu, eso no pasa. Si no entrás a alguna clase, simplemente te ponen ausente y ya, nadie cuestiona el porqué. Pero que no se te haga costumbre, porque podrías no rendir los exámenes finales a causa de tu inasistencia.

Cuando hablaban de la facultad en el cole, te imaginabas un aula silenciosa con un profe extremadamente serio y estricto junto con estudiantes atentos y concentrados. En realidad, hay muchos docentes bastante formales que no quieren que ni una mosca vuele en su clase, pero también hay educadores que hacen de su materia un momento agradable con risas y ejemplos cómicos.

Si bien la universidad no es un cuento de hadas, tampoco es una pesadilla. Hay cosas que son mejores de las que esperaban y otras que no. Aunque provoque miedo y parezca que no vas a poder soportar, tranquilo, al final vas a darte cuenta de que puede ser mejor de lo que imaginabas.

Por Divina Alarcón (18 años)

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