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En los últimos días, en nuestro país se dio a conocer el caso de un médico indígena, Rehynol García, quien no consigue trabajo en su profesión. A pesar de su búsqueda incesante y de su preparación, el galeno de salud no accede a un puesto en una institución sanitaria, sea pública o privada.
El médico duda que no obtiene un puesto en un ente de salud público debido a su ascendencia, hecho que resultaría vergonzoso pues, si está preparado, debería ejercer su profesión.
Si una persona empieza una carrera universitaria es porque, después de recibirse, tiene pensado dedicarse a su profesión. Sin embargo, la situación de Rehynol es distinta, pues se graduó de médico en Venezuela y, luego de dos años de búsqueda, aún no consiguió trabajo.
Varias son las interrogantes del porqué el médico no consigue un puesto en su vocación. Algunos creen que debido a su ascendencia indígena no obtiene un cargo en un hospital público; otros piensan que sería porque se graduó en un país que, actualmente, atraviesa una grave crisis política.
El árbol genealógico de una persona no califica su forma de ser y, mucho menos, su capacidad laboral. En el caso de Rehynol, sería muy triste que por su origen nativo no consiga trabajo, pues dudan del profesionalismo de una persona que se preparó durante siete años.
Poner en tela de juicio lo que puede dar un indígena que se esforzó para conseguir un título universitario constituye un hecho lamentable. Por eso, se debe juzgar a las personas por sus capacidades, ya que la eficacia en la labor es lo que determina el profesionalismo de los seres humanos.
Por Joaquín Tandé (18 años)