“Mariquita” y “che serviha”, expresiones machistas instaladas en nuestra cultura

El arriero porte es el emblema de supremacía varonil que promueve una inadmisible postura de prepotencia hacia las mujeres. Lastimosamente, adjetivos como “marica” y che serviha” son comunes en muchas familias, las cuales parecen fábricas del machismo.

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“La mujer paraguaya es la más gloriosa de América porque supo asumir un país vencido por la injusticia y los intereses internacionales y, ante esa derrota, llevó adelante la Patria, la lengua y la fe”, señaló el papa Francisco en una ocasión y, más de una vez, destacó el papel que cumplieron nuestras antepasadas.

Pese al loable desempeño de las Residentas en la Guerra contra la Triple Alianza y los logros de muchas mujeres emprendedoras en la actualidad, la cultura machista sigue imperando mediante términos y expresiones populares de nuestra jerga.

Es curioso cómo cuando un niño posee un atractivo semblante, uno de los infaltables cumplidos es: “Ichurroiterei ko mitã'i, amalicia ichica hetáta". Efectivamente, la figura mujeriega del “Don Juan" comienza a instalarse en la mente de los varoncitos, quienes quedan encandilados con la relación: “A mayor cantidad de levantes, mayor popularidad".

Quizás no sea de mala fe pero los que se criaron como “abuela memby” conocen el placer de haber vivido como reyes; súplicas, quejas y caprichos eran complacidos por la mamá guasu. Basta rememorar cuando muchos no querían cumplir con los quehaceres del hogar y la tata tiraba la pelota a la hermana: “Ehejana tojapo pe mitakuña, ndaha'éi kuimba'e rembiapo". De esta manera, se forjaba la idea de que el trabajo en la cocina es propio de mujeres.

Sin saberlo, muchos niños suelen ser crueles con sus expresiones. Ya sea en el recreo o en la canchita del barrio, si un pequeño se lastimaba y lloraba de dolor, sus compañeritos sostenían: “Kuimba'e nahaséivaerã". También, otro término de baja calaña era “mariquita”.

¿Qué postulado científico evidencia que los hombres no pueden llorar? ¿Por qué el machito debe contener sus emociones como si fuera un robot? Incluso en una sociedad cristiana como la nuestra, para muchos creyentes pasa desapercibido el hecho de que Jesús, el modelo de perfección masculina, haya derramado lágrimas por la muerte de su querido amigo Lázaro.

Otros bellos calificativos más populares hacia una mujer casada son “Che patrona” y “kuña guapa”; no obstante, en algunos sitios, como el interior por ejemplo, el papel de la señora de la casa se traduce en un banal “che serviha".

Todas estas expresiones son aristas verbales de la cultura que “enaltece” al arriero. Ya sea un chiste, acoso o un aparentemente inofensivo piropo, todo suma para afianzar el machismo que, lejos de elevar la autoestima masculina, termina desfigurando los roles que deben cumplir tanto el hombre como la mujer.

Por Víctor Martínez (19 años)

 

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