López sin vela en el entierro y un grupo confundió nacionalismo con represión

Entre el patriotismo y la intolerancia ideológica hay una gran diferencia que los "nacionalistas" no saben apreciar. En medio de insultos, papel higiénico y amenazas, la obra teatral "Las locuras del Mariscal" tuvo un polémico estreno la semana pasada.

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En el estreno de la obra “Las locuras del Mariscal”, un grupo de jóvenes, supuestamente nacionalistas, comenzó a proferir insultos, arruinando la historia que se desarrollaba sobre las tablas. El griterío, el lanzamiento de papel higiénico y las amenazas tienen su origen en la "ofensa" que, según la barra invasora, representa la obra para la figura histórica de Francisco Solano López.

Lo ocurrido constituye una prueba de que el mal llamado patriotismo lleva a los fanáticos a actuar sin cordura y a cortar las alas de la libre expresión artística. Ese nacionalismo, encaminado erróneamente, es el mismo que se siente durante las dictaduras en las que, bajo la amenaza del "cháke", uno no puede comunicar sus propios ideales porque contradecir la versión oficial de los hechos implica graves represalias.

Pese al intento de dejar mal parada la obra, esta continúa con una considerable cantidad de espectadores en cada presentación, demostrando de esta manera que las actitudes simiescas adoptadas la semana anterior no aminoran el brillo del arte. Por otro lado, la historia se desarrolla con un estilo humorístico el cual, según las palabras de Anuncio Galeano, director de la obra en cuestión, se denomina "clownesco" y se caracteriza por las escenas cargadas de locura, con el propósito de divertir a la audiencia.

Cabe destacar que el llamativo nombre de la obra es la única razón que tienen los "nazionalistas" para asumir que trata de un escrache a la memoria del Mariscal López quien, en verdad, no tiene vela en el entierro. El mismo Galeano explicó en reiteradas ocasiones que la historia tiene como centro la vida de un paciente psiquiátrico que se hacía llamar "mariscal" y realizaba ocurrentes hazañas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, grandes creaciones literarias, plásticas y musicales se perdieron por discrepancias ideológicas; tal es el caso de las numerosas obras de pintores de la talla de Salvador Dalí y Pablo Picasso que los nazis robaban a los judíos para destruirlas posteriormente. En cuanto al arte nacional, se encuentra el ejemplo de Roa Bastos y otros escritores que, por criticar al régimen stronista, fueron exiliados y sus trabajos sufrieron el peso de una injusta censura.

Esta etapa histórica ya fue superada y, a estas alturas, no se puede permitir que metodologías represivas sean utilizadas para frenar la libertad de expresión en cualquier ámbito. Resulta indispensable que alguien recuerde a los inadaptados que la dictadura acabó hace 30 años y que, hoy por hoy, todos pueden elegir de qué manera manifestar sus ideas y mostrar sus creaciones artísticas. Vade retro, trasnochados jóvenes censuradores.

Por Belén Cuevas (17 años)

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