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La combinación de plumas de colores vibrantes y un tejido minucioso atesoran una historia que da vida al conocido atrapasueños que, como hoy lo vemos, es un elemento admirado por muchos. El origen de este instrumento, conocido como un accesorio de decoración u otras formas de utilización, se remonta a ciertas tribus norteamericanas.
Originalmente, los cazadores de sueños estaban elaborados con ramas de sauce y, su forma circular, representa la salida del Sol, la cual significa el poder del alba contra los fastidiosos sueños.
La leyenda del atrapasueños es un poco similar a la del ñandutí. Cuenta la historia norteamericana que una mujer de nombre Asibikaashi, que cuidaba a toda la gente de su tierra, tejía una fina telaraña que tenía el poder de atrapar toda clase de mal y desvanecerlo ante el alba, a fin de que sus criaturas estén a salvo. Sin embargo, cuando las personas se expandieron por todo el mundo, a la madre superiora, Asibikaashi, le resultó difícil cuidar de todos.
Entonces, las madres decidieron tejer atrapasueños para cada uno de sus hijos con el objetivo de resguardarlos y, así, de generación en generación fue expandiéndose el uso de este objeto mágico. Sin embargo, otros pensamientos afirman que las redes de este talismán tienen un trasfondo maligno ya que, supuestamente, un demonio se disfraza de luz para que la gente caiga en la mentira y en la credulidad.
Grande es el impacto que posee esta creencia, pues la moda se alió al popular mito: desde collares, tatuajes, prendas de vestir, aretes hasta fundas de celulares llevan la forma y el diseño de un atrapasueños. En los puestos artesanales del microcentro de Asunción, por ejemplo, se pueden comprar estos creativos atrapasueños, a partir de 10.000 a 30.000 guaraníes.
Algo muy malo te está pasando, sentís todo muy real y te asustás, de un salto, despertás de aquella pesadilla que no te dejaba dormir tranquilo. Para evitar malas experiencias como estas, la solución puede ser un clavo y un cazador de sueños colgado en tu pieza, a fin de estar acompañado de un noble guardián nocturno.
Por Ezequiel Alegre (18 años)