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Muchas personas acostumbran a guardar las monedas y vueltos en una alcancía como ahorro para alguna emergencia o gasto imprevisto. Los universitarios, por su parte, sí o sí deben cuidar hasta el último 50'i, ya que las fotocopias para las clases no dejan de llegar.
“Para la próxima lección, ya les dejé el material en la fotocopiadora, pueden pasar a retirar” suele ser la frase de despedida de los profes de la facu que, aparte de estar leyendo sus diapositivas durante toda la clase, hacen que busquemos las moneditas hasta en el último rincón de la mochila para poder comprar sus copias.
Vas a la fotocopiadora, preguntás por el material de tu profe y el encargado te dice “5.000 te alcanza”. Tratás de disimular tu sorpresa y buscás en tu billetera el dinero para completar el monto. Si no tenés, le pedís a tu compañero que te banque con la promesa de que al día siguiente sí o sí le devolvés la plata.
Diariamente, en casi todas las materias, hay alguna copia que debés hacer, pero no son solo tres o cuatro hojas como en el cole; mínimamente son diez a quince páginas que tenés que fotocopiar. Al final del día, terminás gastando más en los materiales que en comida y pasaje.
Algunos estudiantes prefieren no adquirir las copias y solo anotar lo más importante de las clases del profe y recurrir a los libros de la materia. Pero muchas veces, los docentes aparecen con la frase “en la hoja que está en la fotocopiadora hay información que no se encuentra en las diapositivas ni en los libros” y por el temor de que esa info que no tenés salga en el examen no queda otra opción más que comprar el material.
Al llegar los parciales, estudiar se vuelve una confusión. Tu escritorio es una mezcla de hojas, fotocopias, cuadernos y libros que ni vos entendés. Ah, no te olvides de revisar el correo del curso para descargar las diapositivas del profe porque siempre hay que recordar los conceptos que leyó a toda velocidad durante la clase.
Así que, no malgastes tus moneditas porque no sabés cuántas copias pueden surgir en tu próxima clase. Tratá de ser lo más organizado posible para no perder las hojas y que al final de semestre estudiar no se convierta en una pesadilla. Tranquilo, cada vez falta menos para que te libres de esas fotocopias.
Por Divina Alarcón (18 años)