Las fechas navideñas también son ocasiones para ayudar y brindar amor al prójimo

Algunas personas no celebran las fiestas de fin de año con sidra y pan dulce, pues viven en la pobreza. Por ello, existe gente de buen corazón que organiza colectas o almuerzos y regala juguetes para dar un poco de amor al prójimo que lo necesita.

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El papa Francisco ha establecido la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebró por primera vez el pasado domingo 19. Su mensaje fue claro al decir “no amemos de palabra sino con obras”. En nuestro país, por ejemplo, se realizó una tallarinada en el Seminario Metropolitano de Asunción.

Las celebraciones de fin de año se acercan; mientras algunas personas cuentan con sus seres queridos y saben que compartirán con ellos una rica cena de Navidad o un brindis con pan dulce y sidra para recibir el 2018, existen niños que pasarán la medianoche de los días festivos en un albergue y ancianos que deambularán por las calles. Es por eso que muchos héroes sin capa tratan de dar un poco de sí a quienes más lo necesitan y realizan obras solidarias.

Algunas organizaciones llevan a cabo colectas de juguetes, víveres y prendas para visitar los hospitales y albergues donde se encuentran niños que necesitan un poco de alegría, pues padecen de alguna dolencia física o no cuentan con sus padres. Muchos de los que están a cargo de esta iniciativa hasta se disfrazan de Papá Noel o de los reyes Gaspar, Melchor y Baltazar, a fin de que la acción no sea una simple entrega de los objetos, sino que tenga una carga de emotividad.

También están las personas que bajan de sus vehículos en las esquinas de los semáforos para entregar pan dulces a las familias indígenas o a los ancianitos que no tienen otro hogar más que el suelo de las veredas. Cuando se realiza una acción caritativa, no solo el beneficiario de la ayuda queda reconfortado, sino también quien da su mano al prójimo, pues siente cómo lo inunda la paz al ver la alegría del otro.

Cuando se realiza este tipo de acciones, muchos opinan: “Ofrecer un almuerzo a los más necesitados y regalar un juguete no acabarán con la pobreza”. Es verdad, pero resulta mucho más efectivo que ayudemos al otro con una pequeña obra que nazca del corazón que quedar sumidos en la indiferencia mientras derrochamos dinero en las comidas que se prepararán en Nochebuena y que, al final, se acumularán en la heladera.

Con pequeñas acciones se puede construir algo más grande y, más aún, cuando la iniciativa viene del alma. Tal vez, tu regalo de Navidad no se encuentre en el reloj caro que tanto querés sino en la sonrisa de agradecimiento del niño al que le diste un tractorcito de juguete acompañado de un budín inglés, porque la felicidad también se construye cuando das amor a los demás.

Por Viviana Cáceres (20 años)

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