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No hace falta que sea el Día de los Inocentes para recibir bromas desagradables, pues los 365 días bastan para aguantar los actos pesados de tus amigos o desconocidos que se divierten tomándoles el pelo a los demás. Desde un pequeño término incómodo hasta un hecho peligroso pueden considerarse irritantes.
Estamos acostumbrados a recibir toda clase de bromas, pues de niños éramos los primeros en escondernos detrás de la puerta y asustar a quien entraba a la casa o molestábamos con un apodo feo a nuestros hermanos. Sin embargo, siendo jóvenes nos damos cuenta de que muchos términos o acciones pueden resultar insoportables y hasta desagradables para las personas.
Hay gente que no se conforma con decir un término ofensivo en forma de “broma” y va más allá de lo que, supuestamente, resulta “simpático”. Por ejemplo, esconder el celular del calladito de la clase, para ver cómo el chico se desespera, no puede ser tan chistoso, pues ser testigos de cómo el compañero se preocupa no tiene nada de tinte gracioso.
Otros, por su parte, deciden poner una cámara oculta y realizar sus bromas, para luego subirlas a las redes sociales o a un canal de YouTube. En varios programas de televisión se puede observar videos donde el “personaje” sale a las calles a tocar las nalgas de los transeuntes o, llegando a casos extremos, bajarle el pantalón a la primera persona que vea, sin saber cómo reaccionaría ni se sentiría la afectada.
Las llamadas, a pesar de que parezcan inofensivas, también son utilizadas por algunos que se creen muy graciosos para realizar bromas de mal gusto. Varios usan ese medio para comunicarse con algún amigo y asustarle diciendo “tuve un accidente, vení a buscarme urgente” y, después, finalizar con carcajadas que los delatan y enfadan a la víctima de una “diversión” pesada.
“Disculpame, no era para que te enojes” y “fue una simple broma nomás” son expresiones que, muchas veces, no alcanzan para justificar los actos ofensivos hacia una o más personas. Ponerse en el lugar del otro siempre es una buena técnica para evitar las acciones molestosas, pues antes de realizar algo preguntate: ¿me va a gustar que hagan lo mismo conmigo?
Por Mónica Rodríguez (19 años)