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La palma típica de los suelos húmedos conocida como karanda'y es utilizada para hacer el famoso sombrero piri, pero Maguy Servián encontró en ella un potencial para lucir en las calles céntricas con tacos y mucha elegancia. La joven se inició en el mundo de la moda hace tres años, cuando comenzó sus estudios de diseño de moda.
Sin embargo, su marca de bolsos dio sus primeros pasos recién a inicios del año pasado. "Ideé un modelo clásico para arrancar mi camino en la moda; quería darle toques típicos, así que pensé de inmediato en el karanda'y porque es resistente", expresa.
El elemento estrella en el emprendimiento de Maguy, sin dudas, es el poyvi, una tela cuya técnica se originó en la época del Dr. Francia. En ese periodo, las fronteras estaban cerradas y se debía sacar provecho de todo lo que había, como los trozos de telas, así que las artesanas unieron los pedacitos de trapo y crearon el tejido poyvi. Maguy no tardó en encontrarle el uso perfecto para la moda actual como tiras para sus bolsos.
La diseñadora, en principio, estudió Derecho con el fin de convertirse en una gran abogada; no obstante, en el momento de llevar lo teórico a lo práctico, se dio cuenta de que no era exactamente lo que ella buscaba. Entonces, no dudó en lanzarse de lleno en lo que realmente le apasionaba, la moda, y actualmente también se desempeña como teacher, por sus conocimientos del inglés.
"Quiero promover nuestra identidad con cosas que utilizamos a diario y que son muy importantes, como la cartera para las mujeres", declara. Maguy es la propietaria de "Warany" y exterioriza su intención de hacer llegar a cada cliente un producto tradicional con calidad y estilo fashion.
"Globalmente, las grandes marcas están volviendo a lo artesanal, pues buscan más bordados y tejidos hechos a mano", puntualiza. Asimismo, la diseñadora explica que la moda slow es la que le mueve, ya que esta comprende las ropas que no pasan de moda, sino que se convierten en un clásico.
La joven finaliza confesando que, aunque el miedo se hizo sentir cuando empezó el emprendimiento, terminó convenciéndose de que en la vida se deben tomar decisiones según dicta el corazón y que todo es cuestión de probar. "No hace falta llegar hasta la cima de la escalera, lo importante es subir poco a poco los escalones", señala en un tono repentinamente filosófico.
Por Rocío Ríos (18 años)