La Semana Santa no solo es un tiempo de chipas, también debe ser de reflexión

La muerte y resurrección de Jesús se recuerdan en esta semana tan especial, el hijo de Dios que se hizo hombre y pagó por nuestros pecados. Lo más importante no será cuántas chipas comamos, sino como aprovechamos para meditar sobre lo que se recuerda.

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Hoy viernes es un día muy importante en todo lo que representa la Semana Santa, es el día en el que Jesús fue condenado a morir en la cruz. El hijo de Dios sabía todo lo que iba a pasar, a pesar de que en los últimos momentos sintió miedo, supo que dar su vida y derramar su sangre era la única forma en la que podría salvar a los seres humanos y liberarlos de todo pecado.

Jesucristo tuvo una vida ejemplar, desde que comenzó a predicar y a realizar milagros, cambió la realidad de mucha gente y vino para enseñar una nueva forma de ver a Dios. Con Jesús, el todopoderoso empezó a verse como un amigo, un ser bondadoso, lleno de piedad y amor.

Las autoridades de la época, los maestros de la ley y fariseos no veían con buenos ojos que una persona produzca tantos cambios en lo que, para ellos, era normal. Mientras más pasaba el tiempo, más aparecían rumores de que Jesús podría ser apresado; nadie sabía que el hijo de Dios ya tenía claro su destino.

A pesar de todo el sufrimiento que iba a padecer, Jesús no retrocedió en su propósito de sacrificarse por la raza humana y lo comunicó en la última cena. Luego de que fuera apresado, Poncio Pilato se lavó las manos y dejó que la gente condene a Jesús; lo que tenía que suceder, sucedió.

Con cada latigazo recibido y cada gota de sangre derramada, Jesucristo nos limpiaba de todo lo malo, luego de ser maltratado y humillado brutalmente, hicieron que cargue su cruz hasta el lugar de su muerte. Estuvo clavado en esa madera durante horas, pero hasta en sus últimos minutos seguía pidiendo a su Padre que perdone a los que lo torturaban, ya que no sabían lo que hacían. Finalmente, perdió la vida, su forma humana ya no resistió y falleció en la cruz; la tristeza invadió a cada una de las personas que el convirtió y sanó, especialmente a sus discípulos y su madre. Pero tres días después, se cumplió lo que el avisó tiempo antes: Jesús resucitó de entre los muertos, el mayor milagro de la historia había sido consumado, permaneció 40 días más en la tierra y ascendió a los cielos. Por todo lo que sucedió hace 2.000 años, debemos tener un respeto y reflexionar, ya habrá tiempo para las chipas y las vacaciones.

Por Diego Benítez (19 años)

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