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Salir a las calles y que al llegar a cada esquina gires la cabeza 180º para tener la seguridad de que nadie te esté siguiendo es una actividad que cada vez más personas la hacen. Así también, tener la mochila o la cartera apretada a tu cuerpo se volvió rutina. ¡No, señores! No es delirio de persecución; es solo una práctica que la realizamos por culpa de la ola de inseguridad reinante.
Aunque no te resistas a un asalto, a veces los motochorros te apuñalan o disparan sin motivos, es por eso que la ciudadanía vive en zozobra permanente. Bueno, saber que un celular, la cartera o el reloj cuestan más que tu vida no es algo que te permita transitar con la tranquilidad a flor de piel.
Escuchar que una moto viene detrás tuyo es una pesadilla, porque mentalmente ya te despedís del smartphone que hace tres meses compraste. Cuanto más se acerca el biciclo, el miedo va creciendo. Sin embargo, al percatarte de que pasa de largo, la alegría invade tu ser.
¿Es solo paranoia lo que sentimos? Pues no, ya que razones sobran. Los delicuentes no tienen en cuenta ni la hora ni el lugar; cualquier sitio puede convertirse en el escenario perfecto para realizar asaltos. El respeto hacia ancianos o mujeres encintas tampoco existe, ya que hace unos días tres ladrones demostraban cómo no tienen ni una pizca de compasión, pues al asaltar a una mujer embarazada sobre la Avda. Félix Bogado no tuvieron reparos en arrastrarla por el suelo para así arrebatarle la cartera.
Al leer en los periódicos los distintos golpes que se registran a diario a manos de criminales, la impotencia, junto al piri, no se hace esperar. ¿En qué clase de sociedad vivimos?, ¿estamos realmentente seguros al salir de nuestras casas?, ¿por qué nadie hace frente a este mal que cobra más vidas día a día? Estas son solo algunas de las preguntas que nos realizamos en busca de una respuesta que, por cierto, ninguna autoridad se molesta en dar.
Tal como van las cosas, imaginate lo que será en estos días de fin de año. Sí, esa época en la que parece que todos se vuelven locos y que los empleados reciben el tan esperado aguinaldo. Ese periodo de pan dulce y arbolitos de Navidad en el que los malhechores atacan sin piedad porque también quieren explotar 12x1 el 25 de diciembre.
Es posible que lleguemos al límite de salir de nuestras casas con la ropa más ajada que tengamos y sin los auriculares puestos para no llamar la atención de los delincuentes. Los ciudadanos pedimos a gritos que alguien dé un knock out a la inseguridad para poder caminar tranquilos por las calles sin tener que mirar cada segundo atrás y vivir con la paranoia propia de una película de terror.
Por Rocío Ríos (18 años)