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Hace poco, un hombre fue imputado por violencia doméstica, luego de que su hija publicara evidencias del martirio al que su padre sometía a la familia. La joven afirmó que sus allegados realizaron las denuncias de maltrato en múltiples ocasiones, pero las autoridades recién actuaron cuando el texto y el material audiovisual, compartidos en la cuenta de Instagram de la afectada, se viralizaron.
En este caso, la presión, que los usuarios de plataformas digitales ejercieron, empujó a las autoridades a entrar en acción. Además, la joven afirmó que, en nuestro país, es difícil que se pase del papel a los hechos, ya que la atención de la justicia parece no darse de manera equitativa para todos; en efecto, las redes sociales sirven, a veces, como un amplificador que alza el volumen de las voces desoídas.
De esta manera, la utilidad de las criticadas plataformas virtuales queda demostrada, pues estas no tienen la única función de encadenar la mente y las extremidades humanas a una máquina, como se dice usualmente. Por otra parte, el mundo cibernético también constituye una gran fuente de pruebas para atrapar a personas que no caminan por la senda de la ley.
No se puede negar que las plataformas digitales son un peligro para las personas imprudentes. Sin embargo, así como uno puede exponer en demasía sus datos en las redes sociales y quedar vulnerable ante malhechores, estos últimos suelen brindar, sin querer, pruebas acerca de sus delitos, como migajas de pan para la policía.
En 2013, Dupree Johnson, un ciudadano de Florida, EE.UU, fue arrestado tras haber publicado fotografías sospechosas en su cuenta de Instagram. El joven, quien entonces tenía 19 años, mostraba orgullosamente armas, mientras se podían observar varios fajos de dinero en el fondo de la imagen.
Igualmente, un joven mexicano fue detenido, en 2017, por la policía de su país, tras haber ofrecido los aparatos electrónicos que se había robado. El hombre revendía el fruto de sus actos ilícitos a través de Facebook, en una cuenta con el seudónimo Yamer YM.
En nuestro país, una banda criminal publicaba fotos de los integrantes con armas y dinero para lucirse a través de las redes sociales. Los jóvenes, quienes para entonces ya poseían antecedentes policiales, fueron detenidos en 2015 a raíz de sus reveladoras imágenes.
A pesar de que la cantidad de estafadores cibernéticos, secuestradores y pederastas supere el número de los casos que terminaron con un final feliz, es posible que las redes sirvan para construir una sociedad más segura. Recordá que todo depende de la utilidad que uno le dé a las plataformas digitales, ya que un cuchillo puede ser una herramienta útil para el carnicero o un arma mortal en las manos de un delincuente.
Por Belén Cuevas (17 años)