La mentira “piadosa” o real, una costumbre dañina pero habitual entre nosotros

A pesar de que las mentiras tengan pésimas consecuencias, decir alguna que otra "verdad a medias" se convirtió en una costumbre instalada en el ser humano. A veces, aunque el engaño no represente una "necesidad", sale de tu boca sin que puedas evitarlo.

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Las veces que, de chiquito, dijiste a tu mamá que no te sobró dinero de la despensa o que se te cayó el vuelto, fueron los pasos iniciales del sendero de mentirillas piadosas que ahora continuás. Este tipo de hechos, en sí mismos, no causan mucho daño y son razonablemente inocentes.

Sin embargo, la cuestión va cambiando al entrar en la adolescencia; entonces, las mentiras se hacen más y más grandes y, en algunos casos, sí se convierten en perjuicios para vos y para los que te rodean. Los engaños pasan a ser como ese bache al que no se le presta atención en tu comunidad: primero un quiebre en el asfalto y luego un desagradable pozo.

El mundo laboral no está exento de mentiras. Desde esa habilidad que pusiste de más en tu currículum hasta ese velorio de la tía lejana que inventaste tres veces este año, el día a día en el trabajo puede estar plagado de mentiritas que la mayoría pasa por alto o que, de plano, nadie nota.

Hay ciertas profesiones que son conocidas socialmente como “cunas de la mentira”. Hablar de abogados, por ejemplo, se convierte en algo parecido a introducirte en una serie interminable de "fulano es muy corrupto" y "este leguleyo solo quiere plata, no le importa andar defendiendo a un criminal". No todos los juristas son tan deshonestos como se los pinta, pero lastimosamente se los mete a cada uno en la misma bolsa debido a la dudosa reputación de unos cuantos.

La política también es un campo que se considera repleto de personas buscando su beneficio individual a base de mentiras. Un popular chiste de políticos cuenta la historia de un candidato a intendente que promete enérgicamente edificar un puente en el pueblo y, ante la interrogante de la multitud: "¿y el río?", responde que ese también lo mandará a construir.

Tanto el mundo real como el cibernético están plagados de mentiras maquilladas lo suficiente como para venderlas a los consumidores. Desde avistamientos de ovnis hasta teorías de que las vacunas controlan nuestros cerebros, entrar a la web es toparse con un montón de páginas que buscan meterte su “verdad" en base a argumentos supuestamente sólidos.

Nuevamente, esto es inofensivo y podría considerarse que está dirigido al entretenimiento. No obstante, hay otras mentiras publicadas en Internet que arruinaron la reputación de personas o crearon falsas ilusiones en una multitud de lectores.

Ni el universo virtual ni los sectores más "transparentes" del mundo real se salvan de las mentiras y, entonces, uno se pregunta en qué o en quién se puede creer. La respuesta queda a tu consideración, depende de vos formar parte del rebaño de ingenuos o forjar tu propio criterio.

Por Belén Cuevas (16 años)

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