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Se dice que la vida es muy parecida al fútbol: tenés una gran chance de triunfar, pero si la desperdiciás, el otro equipo no te perdona. Perder te deja un mal sabor de boca, pero no debe acabarse el mundo, pues siempre habrá otro partido para no volver a cometer los mismos errores.
Asimismo, la vida puede ser muy dura, pero no importa si caés por el camino, sino que te levantes y sigas, tomes la experiencia que te dejó la derrota e intentarlo de nuevo. Aprovechando la analogía del fútbol, el mejor ejemplo que se puede poner es el de nuestro compatriota Salvador Cabañas.
Casi todos conocemos la historia del Chava, como se le decía en México: era el mejor de la selección, sus memorables actuaciones en las eliminatorias para el Mundial 2010, con bailes incluidos ante Brasil y Argentina, nos llenaban de ilusión pata afrontar la Copa del Mundo. Lastimosamente, un balazo que recibió en un bar privó a nuestro número 10 de cumplir su sueño representando a la Albirroja.
Claramente, en el momento de la noticia, lo más importante no era si volvería a jugar, ya que su vida estaba en riesgo. Con el tiempo, salieron a la luz más problemas que envolvían su realidad, tantos fueron que, al salir de alta, Salvador quedó prácticamente sin dinero en sus cuentas bancarias.
Cabañas se encontraba hundido, lo había perdido todo, estaba en la cima del fútbol, pretendido por equipos de Inglaterra y en vísperas del Mundial, pero todo dio un giro terrible. Esta caída del Chava pudo haber supuesto su absoluto fin, pero demostró ser un ganador dentro y fuera de la cancha.
Entonces, empezó desde cero, vendiendo pan con su familia en su natal Itauguá. En muchas entrevistas manifestó el deseo de llegar a ser entrenador algún día. Su camino parecía separarse del fútbol esa madrugada de enero del 2010, pero Cabañas siguió luchando para salir adelante y hoy ya forma parte del cuerpo técnico de Santaní, en la primera división de nuestro país, siendo su segunda oportunidad en el deporte rey; ¿sería posible que llegue a dirigir la selección?
Salvador nunca se rindió hasta salir de nuevo a flote, lo logró ante todas las adversidades que sufrió; asimismo, cada uno de nosotros puede reponerse ante cualquier complicación, no debemos dejar que ninguna derrota nos supere; siempre tendremos otra chance. Si pasás por una mala situación, poné de tu parte y hacé todo lo que esté en tus manos. Si das todo de vos, no importa qué pase al final, vas a estar en paz contigo mismo.
Por Diego Benítez (19 años)