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En lugar de aislarse y enfrentar solas la batalla contra la enfermedad, existen personas que optan por dar la mano a otras para compartir la experiencia de sentirse amadas. Un claro ejemplo de esto son las seis pacientes del Instituto Nacional del Cáncer (Incan), quienes contrajeron matrimonio con sus respectivas parejas el pasado viernes en dicho hospital.
Por medio de un pedido de donaciones que realizó la Asociación de Mujeres de Apoyo contra el Cáncer de Mama (Amacma), fue posible brindar a los novios una boda con decoración, vestidos de novias, bocaditos, etc. Este hecho demuestra que los ciudadanos, quienes se hicieron eco de este acto de amor y esperanza, son capaces de solidarizarse y brindar su granito de arena al contribuir con la felicidad de los demás.
Según Gladys Moreira, psicóloga del Incan, el objetivo al realizar esta ceremonia fue amortiguar el sufrimiento de los pacientes, satisfaciendo sus necesidades emocionales y espirituales. “Algunas personas dijeron que este acto solo constituye un alivio transitorio; seguro que sí, pero ocurre lo mismo con la morfina. Además, estos momentos quedarán grabados en el corazón”, agrega la profesional.
No debemos admirar el matrimonio como una simple unión entre dos personas, sino como un acto de compromiso y cariño entre dos almas. Así como los guerreros medievales iban a las batallas con sus armaduras para aplacar los golpes que recibirían durante el enfrentamiento con el enemigo, quienes se encuentran luchando contra una enfermedad que produce dolor físico necesitan alimentar su espíritu con el amor que los otros les pueden brindar.
Estas parejas también nos enseñan que rendirse no es una opción cuando las ganas de vivir están presentes. Con el peso de las quimioterapias, las cirugías y los medicamentos que conlleva el hecho de padecer cáncer, estas personas decidieron tener un momento de alegría en compañía de sus seres queridos.
El mensaje que nos deja el matrimonio comunitario en el Incan es claro: existen batallas que causan dolor físico, pero mientras el espíritu no sea doblegado y el corazón esté lleno de amor, será posible seguir luchando. En medio de la adversidad, se puede construir la alegría y, debido a que la felicidad está hecha de experiencias, depende de las personas decidir dónde y cuándo llevarán a cabo ese acto que quedará guardado para siempre en el corazón y recordado con una sonrisa.
Por Viviana Cáceres (19 años)