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Lo primero que una persona mira en otra es el rostro; por eso, cuando el acné no se despega de nuestra cara, hacemos hasta lo imposible para eliminarlo y, de esa forma, lucir una buena piel. Seguro ya escuchaste que para evitar los granos no debés comer chocolate, pero, ¿cómo dejar el dulce y delicioso sabor de los bombones?
Según la dermatóloga Rocío Marecos, el acné se presenta en la adolescencia, alrededor de los 11 y 12 años, siendo más precoz en el sexo femenino; cerca del 80% de los adolescentes lo padecen. “Cuando entramos en la siguente etapa después de la niñez, aparecen los múltiples cambios hormonales; el estímulo androgénico genera un aumento en la secreción de sebo en la piel del rostro, escote y parte de la espalda”, indica la profesional.
¡Tranquilos, porque el chocolate no será descartado! La dermatóloga señala que el cacao no tiene relación con la presencia del acné. Lo que sucede es que en los postres y en las recetas se agregan azúcar y leche en gran cantidad; estas sustancias son elevadas en grasa, lo que colabora con el empeoramiento del acné. “Las causas son múltiples y complejas como para relacionarlas solo con la alimentacion”, comenta.
Visto que la mayoría de los jóvenes padecen de acné, Rocío cuenta que la manera más económica y sencilla de mejorar la piel es la buena higiene del rostro con agua y jabón dos veces por día o utilizando geles y lociones que desengrasan el rostro. De lo contrario, la cara tiende a empeorar con las erupciones faciales.
Los alimentos ricos en vitaminas A, como las zanahorias, las espinacas o los mangos, ayudan a mantener una piel fresca y saludable. ¿Quién no quiere un cutis suave como las pompas de un bebé? Por eso, es de suma importancia visitar al dermatólogo para evitar las secuelas que el acné deja en la cara.
Finalmente, la dermatóloga incentiva a los jóvenes a no decaer, porque en la actualidad existen tratamientos muy buenos y efectivos para todos. Depende de vos combatir al acné y lucir una sonrisa de oreja a oreja, para ser el centro de atención con una reluciente piel.
Por Ezequiel Alegre (16 años)