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La semana pasada creó polémica la desaparición de un mural pintado durante el festival Latidoamericano Asunción 2016, pues dicha pared pasó de contener una obra de arte a una propaganda electoral del precandidato a diputado por la ANR, Carlos Viveros. Luego de que el hombre haya dicho que el muro se vino abajo y tuvieron que levantarlo, Viveros realizó una publicación en Facebook en donde decía que la pintata era subliminal, pues las flores que estaban dibujadas eran de floripondio, una flor silvestre y tóxica.
Las declaraciones del precandidato colorado provocaron una ola de comentarios en contra suya, a las cuales él respondía sosteniendo con firmeza su postura. Pero esta no es la primera vez que Viveros causa polémica, pues, meses atrás, había subido a la red una foto en la que se le ve disfrazado como el extinto dictador Alfredo Stroessner y, al lado suyo, se encontraba otro joven con un atuendo nazi.
El grupo por el cual se postula Viveros es el “Movimiento Colorado Renovador”, liderado por el senador Carlos Ñúñez e integrado, en su mayoría, por polícias y militares retirados. La candidatura de un joven es siempre bienvenida, pero, ¿realmente es útil un joven diputado con una mentalidad tan cerrada? Cabe resaltar que Carlos Viveros mencionó en un programa televisivo que “Stroessner hizo muchas cosas buenas”.
Las elecciones partidarias internas están a la vuelta de la esquina y los candidatos a elegir son variados, pero no salen del modelo político que nos azota desde hace años. Personas imputadas, legisladores que llevan décadas ocupando un sillón en el Congreso, faranduleros y, ahora, un joven que cree que la flor del lapacho es una droga. ¿Qué hizo el pueblo paraguayo para tener que sufrir a este tipo de autoridades?
En casi 30 años de democracia no ha aparecido un político que realmente quiera cambiar al país y sacarlo del pozo en el que se encuentra hace décadas. Tenemos uno de los sistemas educativos más paupérrimos del mundo, la segunda peor justicia de Latinoamérica y nos encontramos entre las 30 naciones más corruptas a nivel mundial. ¿Hay algo más preocupante que esto? Cada cinco años se escuchan las mismas propuestas pero las soluciones nunca llegan.
Mientras sigamos votando a los mismos de siempre, criticando a quienes se manifiestan por sus derechos y continuemos trozando a los homosexuales, nuestro Paraguay no cambiará y seguiremos teniendo candidatos como Carlos Viveros o líderes como Horacio Cartes, quien ni siquiera conoce qué dice la Constitución Nacional de la nación que conduce. Pero nosotros somos el país más feliz del mundo, entonces, ¡todo bien!
Por Brian Cáceres Verón (18 años)