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Agosto es un mes caracterizado por festividades religiosas muy populares. El 10, la ciudad “universitaria" conmemora a su patrono, San Lorenzo; mientras que el 15, en nuestra capital, se recuerda a la Virgen de la Asunción. Del mismo modo, distritos de la Cordillera como Eusebio Ayala y Emboscada celebrarán a sus abogados celestiales, San Roque y San Agustín, respectivamente.
A lo largo del calendario litúrgico del cristianismo, las fiestas patronales tienen nueve jornadas de misas y oraciones como preparación, periodo conocido como la novena. El día propio del santo o la santa es sinónimo de algarabía; a las 00:00 estallan las bombas, repican las campanas de la iglesia y suenan las sirenas de los bomberos. Por su parte, los mariachis ponen el broche de oro a la madrugada festiva con “Las mañanitas" y otros clásicos del repertorio.
Cada pueblo exhibe originales manifestaciones de fervor: la fiesta patronal más importante del país es, sin dudas, en honor a la Virgen de Caacupé; miles de peregrinos acuden a la Villa Serrana para pagar sus promesas y pedir nuevos favores. Por otra parte, la ciudad ribereña de San Antonio realiza una procesión náutica con la imagen del patrono en el río Paraguay.
¿Te duele la billetera y clamás al cielo por auxilio? Guarambaré te brinda una santa ayuda, ya que los devotos de la Natividad de la Virgen María realizan el popular “vito” de dinero desde el campanario de la parroquia. Asimismo, los pobladores de la comunidad de Kamba Cua organizan llamativas coreografías en homenaje al santo Rey Mago Baltasar, ataviados con atuendos rojos y amarillos.
Coloridas postales son captadas en las fiestas patronales: niños vestidos al igual que los santos, familias enteras unidas en oración, las concurridas procesiones, la calesita dando vueltas, etc. La jornada finaliza con el tradicional karu guasu, que congrega a los vecinos con el fin de compartir las comidas más sabrosas como el asado, tallarines, pollo con arroz y otros platillos que hacen babear a cualquiera.
Muchos antropólogos y sociólogos sostienen que en las fiestas patronales se destacan dos principales aspectos: el sentido religioso y las tradiciones profanas, que no deben ser entendidas como algo maligno, sino que manifiestan un ambiente de diversión.
Independientemente de la variedad de creencias, no puede objetarse que las fiestas patronales forman parte de la idiosincrasia del país, por lo tanto, merecen nuestro respeto. Encuentro con la comunidad y sentimientos de unión y esperanza son valores esenciales en estos eventos cargados de religiosidad popular.
Por Víctor Martínez (19 años)