Femicidio por motochorros, la historia sin fin

Luego de un día de mucho trabajo, seguramente, lo único que deseás es ir a descansar y ver a tu familia, ¿no? Marisa Sánchez, de 39 años, de profesión peluquera, tal vez tenía ese mismo anhelo. Sin embargo, su historia tuvo un trágico fin.

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Una mujer identificada como Marisa Sánchez salió de su trabajo e iba rumbo a su casa, como de costumbre. Pero esta vez, en su recorrido diario, se encontró con un motociclista, quien resultó ser un asaltante. Según el jefe policial, el autor del hecho le despojó de su cartera y, por si fuera poco, efectuó un disparo que causó la muerte de la víctima, y luego se dio a la fuga.

El hecho ocurrió en un camino vecinal en el límite entre Limpio y Luque. La mujer iba acompañada de su hijo de 13 años quien fue el único testigo de esta desgracia. El mismo quedó en estado de shock después del hecho.

Si bien existen versiones de que lo ocurrido fue por venganza, nada justifica el hecho de quitarle la vida a una persona y dejar sin madre a un adolescente. Casos semejantes ocurren a diario en nuestro país y, a veces, hasta parece no sorprendernos más. Sin embargo, uno se pregunta siempre, ¿por qué lo hacen?, ¿cuál es la necesidad de acabar con la vida de una persona solo por apropiarse de algo material?

Existen miles de personas que se esfuerzan día a día por llegar a casa con un poco de dinero para su familia. Por otro lado, están los que buscan el “camino fácil” y se dedican a robar lo que la gente trabajadora consigue con mucho sacrificio.

Quizás Marisa, luego de tantos peinados, cortes y lavados de cabellos, se sentía cansada y tenía la esperanza de llegar a su casa. Esta vez fue una peluquera, la próxima puede ser un albañil que, después de alzar tantos ladrillos y cementos, desee ver a sus hijos; un informático que, luego de arreglar un par de computadoras, anhele dar un beso a su esposa; o un estudiante que, tras haber culminado los exámenes necesite un abrazo de sus padres. Todos estamos expuestos, porque a los delincuentes no les importa la edad, la profesión o el esfuerzo diario de los demás.

Muchos manifiestan su repudio y acusan a las autoridades, al presidente, a la pobreza, a la falta de trabajo o al poco interés hacia la educación. Culpables siempre encontraremos en grandes cantidades, pero lo que escasea es la solución de los problemas. Algunos dicen que la salida es el servicio militar obligatorio para los jóvenes que no trabajan ni estudian. Otros argumentan que deberían cambiarse las autoridades. ¿Y vos, qué opinás?

Por Valeria Candia (19 años)

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