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Las fiestas son la actividad predilecta de muchos jóvenes y los sábados son elegidos como favoritos para dar vía libre a las bebidas y dejarse llevar por la música a todo volumen. Asimismo, entre los estudiantes, el famoso UPD es esa farra memorable que no se puede dejar pasar, llenando a los adolescentes de emoción por disfrutar de las desinhibiciones del día previo al inicio de clases.
Por otro lado, algunos jóvenes prefirieron darle un enfoque diferente a su último primer día de clases, ya que dejaron de lado el “taki taki rumba” y organizaron actividades de caridad en sus respectivas ciudades. De esta manera, queda demostrado que la vida de un joven no gira necesariamente en torno a la fiesta del último curso, también puede centrarse en diferentes maneras para celebrar el final de su época estudiantil.
En Villeta, alumnos del Colegio Nacional Alejo Robadín festejaron su UPD donando artículos de limpieza y un símbolo patrio a la Escuela Niño Salvador del Mundo. Los chicos también aprovecharon para ayudar con la limpieza del local escolar y compartieron con los niños llevando algunos bocaditos.
Otro caso similar fue el de los estudiantes del Centro Educativo Intercol, de Caazapá, quienes realizaron una visita y donaron víveres al Hogar de Ancianos Juan Pablo II; los abuelitos se mostraron más agradecidos y conmovidos por la compañía de los jóvenes que por las provisiones recibidas. Igualmente, los adolescentes no perdieron la oportunidad de celebrar su último primer día de clases como demanda la actual tradición juvenil, luego de la visita a los ancianos.
Asimismo, uno de los UPD con más repercusiones fue el de los alumnos del Colegio Alejo García de los Hermanos Maristas, de Horqueta; los chicos de esta institución visitaron a una señora que vive en una humilde casa con su hija, una joven con discapacidad. Los estudiantes llevaron ropas y víveres para solidarizarse con la madre y la hija; explicaron que el deseo del grupo, para llevar a cabo su último primer día, fue hacer algo diferente al notar la necesidad de la gente.
"Esta es una forma de demostrar a los jóvenes que no todo es farra o joda, también podemos aportar algo que sea provechoso para la sociedad. Espero que todos los chicos tomen estos ejemplos y practiquen la solidaridad", expresa Analía Cabañas, alumna del Colegio Alejo García.
Los grupos de estudiantes mencionados demuestran que para lograr un fantástico UPD no siempre es necesario realizar fiestas descontroladas. Interiorizarse en las distintas realidades de nuestra sociedad puede ser más significativo de lo que parece pero, si preferís llevarte una doble satisfacción, podés tener tu farra soñada entre compañeros con un toque humanitario memorable, practicando la solidaridad.
Por Macarena Duarte (17 años)