Cargando...
Al circular por la Ruta 1, aproximadamente en el km 14, se encuentra una pintata; una de las tantas que adornan las calles y avenidas de la mayoría de las ciudades del país. Pero, la diferencia es que, este mural tiene una particularidad, ya que reza una singular frase: “Estudiá, no seas policía”.
Aunque muchas personas pueden considerar esta pintata como “una más del montón”, realmente no deja de ser preocupante y a la vez intrigante que exista gente que piense lo que afirma el refrán. Entonces, ¿es malo ser policía? Es cierto que las filas policiales no se salvan de la corrupción que impera en los entes públicos, ya que algunos capos de los uniformados utilizan la insignia para realizar extorsiones, coimear e incluso para robar.
Pero también hay policías honestos. Muchas personas llevan la vocación policial en la sangre y, por ende, realizan su trabajo de manera correcta y sacrificada, buscando otorgar una mayor seguridad a todos los compatriotas. Estos uniformados que se dedican verdaderamente y honran al escudo que portan en el pecho no son conocidos, pero los podemos llamar “héroes anónimos”.
Así también, muchas personas, al tener el título de bachiller en la mano, necesitan de una salida laboral rápida, por lo que deciden ingresar a la Escuela de Policías y dedicarse a esa carrera. Suele darse el caso de que la familia de escasos recursos “elige” por el joven la carrera policial, ya que, en el cuartel tendrá comida, estudios y un futuro trabajo asegurado.
Pero, en realidad, ser policía no es sinónimo de ser un burro o una persona sin estudios. Así como existen uniformados que dañan la imagen de la institución, también están quienes dan todo por el escudo y son capaces de entregar la vida velando por la seguridad de sus compatriotas.
Son los uniformados quienes pasan mucho tiempo sin ver a sus familias, aguantando el frío, el calor, la lluvia y recibiendo un modesto salario por arriesgar la vida todos los días. ¿Estudiá, no seas policía? No, vos estudiá para no ser un motochorro o un secuestrador o, mejor aún, prepará tu cabeza para no pasarte haciendo pintatas absurdas, en vez de tomar un libro y preocuparte por tu existir.
Por Brian Cáceres Verón (17 años)