El roncador de motocicletas, un aparato que no deja roncar a la gente del barrio

El ruido infernal de los roncadores de motos acaba con el tranquilo silencio y no permite que los vecinos duerman. Existen normas que prohíben el uso de dichos aparatos pero, al parecer, el deseo de verse “imponente” puede más que las reglamentaciones.

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El silencio de la siesta invita a dormir, tus párpados amenazan con cerrarse de un momento a otro, mientras encontrás la comodidad en tu querida camita. La tarde transcurre tranquilamente hasta que un horroroso sonido llega a quebrantar tus oídos, es la nueva modificación de la moto de tu vecino: un roncador que molesta a todo el barrio.

Tal vez, el deseo de verse “más cool” sea el que motive a los motociclistas a instalar los molestos roncadores en sus caños de escape. Cuando, al pasar al lado de un peatón, los conductores de biciclos aceleran y provocan un ruido infernal, lejos de provocar admiración, dejan a su paso un rastro de ira en el camino del transeúnte.

Las grandes ciudades están llenas de ruidos que provocan dolores de cabeza y aumentan el estrés de las personas, mientras transitan las calles. A los bocinazos y los gases de vehículos se les suman los roncadores que, por otra parte, quiebran el silencio de los pequeños poblados en el interior del país.

¿Acaso no existe alguna normativa relacionada a los molestos amplificadores de sonido de los biciclos? Varias municipalidades poseen ordenanzas que prohíben el uso de los roncadores de motocicletas y, en muchos casos, la utilización de las luces led con las que se equipan estos móviles.

Preguntarse la razón por la cual aún hay personas que adquieren estos aparatos es en vano, pues la respuesta resulta evidente: las normas que establecen muchas municipalidades no pasan de ser un montón de letras impresas en un documento, las cuales raras veces se ponen en práctica en la vía pública.

El artículo 77 de la “Ley nacional de tránsito y seguridad vial” establece la prohibición de circular con ciclomotores cuyos caños de escape estén descubiertos o no posean silenciadores. Si bien, dicha norma no hace alusión específica a los roncadores, fue elaborada con el fin de evitar ruidos molestos.

Además, las personas que coloquen roncadores a sus biciclos pueden ser denunciadas por trasgredir la Ley de Polución Sonora que, aunque pocos conozcan, se encuentra vigente. Más allá de las leyes y ordenanzas relacionadas al tema, la salud de los ciudadanos también puede verse seriamente afectada por los insoportables caños de escape.

Querido motociclista: Está bien que te gusten los ruidos fuertes o que desees que vos y tu biciclo parezcan imponentes, pero un caño de escape que emane sonidos irritantes no es la mejor manera de atraer miradas y, en cierta manera, hace que las personas adopten una actitud de reproche en tu contra. La mayor parte de la gente, en lugar de admirarte, pensaría: “Si querés destrozar tus oídos, hacelo contigo, no con los demás”.

Por Belén Cuevas (17 años)

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