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Si hay algo que nunca olvidamos realmente, aunque lo intentemos, es el haber aprendido a leer. Desde que nuestros padres, acompañados de las maestras, nos enseñaron a reproducir los sonidos e ir uniéndolos poco a poco, hemos absorbido las palabras y dejado que las mismas nos lleven a donde quieran a través de las historias de los cuentos y las novelas.
Tristemente, en nuestro país son pocos los chicos que pueden deleitarse con una historia de fantasía. Según un estudio realizado por Unicef, solo 2 de cada 10 niños disfrutan de narraciones cuyos principales protagonistas son princesas valientes y hombres con superpoderes. En el resto de los hogares, los pequeños no tienen libros para entretenerse y, por ende, no pueden formar parte de las miles de aventuras que les ofrece la imaginación.
Justo en ese momento en el que los niños cuentan con todo el potencial para desarrollar su creatividad, la dificultad para adquirir un libro y el poco interés privan a los pequeños de una infancia llena de hazañas increíbles.
Actualmente, los padres prefieren ofrecer una tablet o un celular a sus hijos. Los dibujos animados en Youtube son suficientes para calmar los berrinches del chico de dos años y los cuentos digitales, con música e imágenes, bastan para llamar la atención del niño.
Sin embargo, esperar a que llegue la noche para escuchar con ansias el cuento, que tu papá tenía preparado especialmente para vos, es simplemente algo invaluable. Todos los miembros de la familia participan activamente: tu mamá es la narradora omnisciente, tu hermanito hace la voz del león, mientras que a vos te toca personificar al ratón.
Además de fortalecer los lazos familiares, se fomenta la lectura desde una edad muy temprana. Con la diversión que ofrecen los cuentos infantiles, es posible lograr que, con el tiempo, tengamos a jóvenes con un mayor vocabulario y con mucha más creatividad e ingenio para resolver esos pequeños problemas cotidianos que nos aquejan día a día.
A veces, es mejor volver un rato al pasado para disfrutar de un buen libro de cuentos. Animate, pues, a dejar que las palabras se apropien de tu ser y te transporten a un mundo infinito de aventuras inolvidables.
Por Fiona Aquino (18 años)