El embarazo precoz hace que las niñas cambien los libros por chupetes y pañales

El alarmante aumento del embarazo en la adolescencia es un problema que preocupa a la sociedad, ya que cada vez son más las niñas que se convierten en madres. Cambiar los juegos y los estudios por biberones y pañales es la realidad de muchas chicas.

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Los casos de embarazo precoz arrojan que, de cada 100 nacidos vivos, 20 niños son de madres adolescentes que tienen entre 10 y 19 años, según reporta el Ministerio de Salud. Jugar a ser mamá con una muñeca y, en poco tiempo, cargar a un bebé de carne y hueso es la difícil realidad de muchas niñas.

El promedio de edad de un embarazo precoz en nuestro país es de 13 años. Este tipo de gestación conlleva varias complicaciones, ya que la adolescente no está preparada física ni mentalmente para asumir la responsabilidad de ser madre.

La falta de una educación sexual adecuada y a tiempo hace que las adolescentes se inicien muy temprano en la vida sexual, sin tomar las precauciones para evitar un embarazo no planeado.

Las cifras se mantienen desde el 2015 y no tienden a bajar. Cada vez los jóvenes se inician más temprano en la vida sexual, muchas veces sin tener una información completa de prevención; el deseo de experimentar, la presión de la pareja y la falta de una conciencia moral son causas del embarazo precoz.

Otra de las causas del embarazo adolescente es el abuso sexual que sufren estas niñas y, según las denuncias realizadas, los agresores forman parte del círculo familiar, es decir, padres, padrastros, tíos, hermanos, primos, etc. De ahí surge la cuestionable pregunta de si esas niñas deberían o no dar a luz por el hecho de que el embarazo no fue deseado.

Uno de los aspectos negativos del embarazo en la adolescencia es que las niñas, por cumplir el rol de madres, deben dejar de lado sus estudios y muchas no llegan a terminar la educación escolar básica. Eso hace que obtengan opciones laborales poco ventajosas, pues conseguir un trabajo que no requiera capacitación es muy difícil.

La mejor arma contra esta problemática es informarse. Las adolescentes deben recurrir a sus familiares o personas de confianza para tener un diálogo transparente sobre todo lo que conlleva iniciarse en la vida sexual activa.

Por otro lado, el hecho de esperar un bebé no debe limitarlas en el momento de querer hacer sus sueños realidad. La clave es tratar de no quemar etapas tan rápido. “Tomar la decisión de tener un hijo es trascendental. Se trata de decidir que tu corazón caminará siempre fuera de tu cuerpo”, dice Elisabeth Stone. A pesar de lo dificil que pueda ser, un hijo siempre es una bendición.

Por Romina Ferreira (19 años)

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