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“Es una verdad universalmente aceptada que toda persona, en posesión de un gran hábito de lectura, gana beneficios como el buen vocabulario y una gran capacidad creativa”, así empieza el libro Orgullo y Prejuicio de las costumbres lectoras. A pesar de tener muy en cuenta las ventajas que vienen de la mano al invertir varias horas en algún libro, ¿estamos realmente conscientes de lo que implica mantener en constancia este hábito?
Según los datos del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), la lectura en los países latinoamericanos ha mejorado, ubicando a Chile y Colombia como los que más leen, con un promedio de cinco libros por persona al año. Asimismo, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumos Culturales, una realidad distinta muestra que, en Argentina, la cantidad de lectores se redujo el 22%.
Por otra parte, conforme al último estudio realizado por la Cámara del Libro Asunción Paraguay, uno de cada cuatro paraguayos lee un libro al año. Sin embargo, Ignacio González, titular de la Cámara del Libro, señaló datos menos pesimistas con respecto al nivel de lectura paraguaya, pues no solo recalcó el auge en las publicaciones de obras nacionales, sino que también aseguró un gran crecimiento en el interés por la lectura, más aún por parte de los jóvenes.
Frases como “7 de cada 10 alumnos no comprenden lo que leen” o “9 de cada 10 alumnos no alcanzan el nivel mínimo en matemáticas” adornaron los estantes de la librería El Lector, destacando también que “8 de cada 10 alumnos no alcanzan el nivel deseable en ciencias”. Así, el lunes pasado se celebró el Día del Libro Paraguayo y El Lector lanzó una campaña para crear conciencia acerca del nivel de lectura, ofreciendo solamente el 0,25% de sus productos para representar la exigua cantidad de los aficionados por las letras.
“Somos lo que leemos” es un enunciado que se repite como un viejo tocadiscos para motivar el hábito de la lectura, pero saber si realmente hace mella en los ciudadanos, es algo muy complicado de descifrar. Para la Unicef, la ausencia de libros en las casas constituye un factor de riesgo en la niñez y la adolescencia en el país.
Es inimaginable un mundo sin letras, sin historias, sin fantasía, simplemente sin libros, pues ese pequeño encuadernado cumple un rol predominante en la vida de las personas en general. De esta manera, como el perro es el mejor amigo del hombre, un libro es el mejor amigo de nuestra mente y, sea infantil, clásico o juvenil, vale la pena nutrir el intelecto con todas las formas o ediciones literarias disponibles en el maravilloso mundo de la lectura.
Por Macarena Duarte (17 años)