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La dislexia es un déficit en las habilidades básicas, como la lectura y la escritura. La psicóloga Joanna Muñoz estima que esta enfermedad proviene de una condición genética. “La dislexia es variada, un afectado puede ser bastante diferente de otro; por ejemplo, mientras a un niño le cuesta copiar de la pizarra, a otros les dificulta el dictado pero no transcribir lo que ven”, explica.
Asimismo, Joanna señala que también hay otros factores de riesgo para contraer esta enfermedad, como el bajo peso al nacer, madres depresivas, etc. Por otra parte, la psicóloga informa que los disléxicos suelen saltear los renglones, no respetan las mayúsculas, son lentos al copiar y confunden palabras y letras.
Una persona con dislexia puede ser inteligente y muy práctica para ciertas cosas; sin embargo, Muñoz explica que los padres y los maestros de un disléxico suelen creer que el niño “se hace el que no puede”, porque generalmente tiene dificultades del lenguaje, le cuesta aprender los colores, etc. “Son criaturas inquietas en la escuela, pues buscan evadir las tareas ya que sienten que se fatigan y frustran. Muchas veces, la gente califica de haraganes a esta clase de personas por el bajo rendimiento escolar”, manifiesta la profesional.
“El tratamiento más importante para alguien que sufre de dislexia es el psicopedagógico, es decir, el que se centra en ejercitar el cerebro para desarrollar las capacidades inmaduras”, comenta la psicóloga. Por otra parte, a fin de lograr un mejor rendimiento escolar es necesario el acompañamiento de una profesora particular o incluso puede ser la madre misma; esta persona es la que orienta al niño a comprender aquello que se dio en clases.
Estudios confirman que un disléxico puede llegar a tener un rendimiento del 100%, pero con estrategias compensatorias, o sea, que tratando la enfermedad una persona afectada, sin mayores problemas tiene la posibilidad de culminar una carrera y desempeñarse exitosamente en una profesión. De esta manera, vemos que la dislexia, con el debido tratamiento, no impide llevar una vida completamente normal.
Muñoz comenta que se realizaron varios estudios de dislexia en Asunción, Luque, Capiatá y Lambaré. “La investigación se hizo dentro de la línea de neuropsicología para los trabajos de tesis de grado y postgrado de los universitarios de diferentes áreas referentes al esudio de la mente; los resultados fueron análogos, es decir, que en un aula de 30 niños, tres alumnos podrían tener dificultades de lecto-escritura”, informa.
En fin, una persona disléxica debe consultar con un neuropsicólogo; el mismo realizará las evaluaciones pertinentes y, en base a los resultados, podrá hacer las recomendaciones terapéuticas individualizadas y dirigidas a cada persona en particular.
Por Ezequiel Alegre (16 años)