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La parábola de los talentos nos enseña claramente que cada persona posee una aptitud que pulir, un don para sacarle todo el jugo y que no debemos tener miedo a demostrar eso que nos gusta hacer. A veces, no pensamos que escuchar música, ver nuestra película favorita de terror, enamorarnos de una coreografía o apreciar una arquitectura barroca son obras de personas con capacidades increíbles.
Es normal escuchar que los cantantes, actores, bailarines y artistas plásticos son los únicos talentos que existen. Sin embargo, también están los dones con otro énfasis del arte, como, por ejemplo, cuando alguien domina la física, química o la temida matemática, resolviendo ecuaciones en menos de cinco minutos, tiene una cualidad que se destaca entre todas.
Por otro lado, también están los jóvenes que tienen como pasatiempo escribir cuentitos o gente que expresa su sentimiento redactando poemas. Eso que más te gusta hacer, ese hobby que pensás que algún día vas a dejarlo, tal vez sea el talento que espera salir a luz.
Otra de las cualidades que tienen muchas personas es socializar con gran facilidad, hablando bien, con fluidez y un tono de voz que llama la atención de cualquiera; ese talento de sacar tema de conversación y hacer amigos no todos lo tienen. No nos damos cuenta de lo bueno que somos en algo y ni siquiera nos preguntamos: “¿Será este mi don?”
Ah, un clásico que impresiona a las mamás y decoradoras es la manualidad. Los apasionados al juego con las gomas eva, las cartulinas y el isopor son los que tienen manos de artesanos para crear, por ejemplo, unos llamativos centros de mesas que vuelven locas a las doñas en los cumpleaños.
¡Atajate de la silla!, porque también algunos jóvenes demuestran sus talentos en el ámbito robótico, teniendo como eje principal la tecnología combinada con la informática. Estos solo son algunos ejemplos, pues existen otros muchos talentos ocultos que dependen de vos explotarlos como piñatas.
No te aferres como el hombre de la parábola que no quería exponer su única moneda por miedo a perderla; arriesgate y no desaproveches el tiempo para enseñar tu don personal.
Por Ezequiel Alegre (17 años)