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La delincuencia juvenil se hace más presente en nuestro día a día. Muchos adolescentes suben a una motocicleta y se dedican a delinquir en lugar de formarse académicamente o trabajar, ya que, según ellos, esto último “no sirve de nada”.
El abandono familiar, la drogadicción, el alcoholismo, la pobreza extrema y la falta de oportunidades laborales son algunos de los principales factores que llevan a los jóvenes a la delincuencia a temprana edad, según el Ministerio del Interior.
Algunos expertos señalan que, en el momento en el que un joven cae en la delincuencia, su comportamiento empieza a cambiar, se vuelve más agresivo, irritable e impulsivo. La familia y la sociedad deben aprender a lidiar con estas reacciones y saber identificar los cambios en el menor.
Muchos de los casos de delincuencia juvenil ocurren como consecuencia de la drogadicción, que lleva a las personas a medidas extremas para saciar sus vicios. No obstante, tanto las adicciones como la delincuencia pueden ser erradicadas de la vida de una persona.
La mejor forma de acabar con este problema es tratando de evitarlo. En el caso de la delincuencia, los jóvenes deberían tener un espacio de recreación, donde expresar ideas y sentimientos libremente y realizar talleres artísticos o deportivos.
El apoyo de la familia y los amigos es muy importante en el momento de encontrar una rehabilitación para un delincuente. El cariño y aceptación por parte de los padres, no destacar los errores pasados y fomentar las ganas de mejorar y cambiar de vida son fundamentales. No siempre se necesita de policías, castigos y armas para combatir la delincuencia.
Aprender a lidiar con un joven delincuente no es tarea fácil y tratar de ayudarlo, mucho menos. Si estás pasando por alguna situación difícil o conocés a alguien que está yendo por el camino de la delincuencia, ayudalo, no lo dejes solo y acompañalo a mejorar su vida. Es mejor prevenir que lamentar las consecuencias.
Por Divina Alarcón (18 años)