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Las tormentas que azotaron al país en las últimas semanas revelan que la naturaleza puede destruir todo lo que encuentra a su paso. Los departamentos de Canindeyú, Itapúa, Caazapá, Caaguazú, parte de Guairá y Alto Paraná forman parte de un "corredor" para los fuertes vientos que alcanzan la categoría de tornado. Generalmente, grandes tormentas ocurren en estas zonas y muchas de ellas producen graves daños.
El director de Meteorología e Hidrología, Julián Báez, comentó que los tornados tienen la característica de ser difíciles de predecir. La Dinac tiene un obsoleto radar que funciona en el campus de la UNA en San Lorenzo y, desde ahí, alcanza un radio de poco más de 150 kilómetros para medir precipitaciones, mientras que su función para detectar vientos apenas alcanza los 200 kilómetros.
Sabemos que la Dirección Meteorológica no puede eliminar los fuertes vientos, pero, con mejor tecnología, tiene la posibilidad de alertar a los pobladores de que se acerca una importante tormenta y que tomen las debidas precauciones. Los meses más afectados por fuertes tormentas son marzo y abril, o sea, inicio del otoño, y también en setiembre, octubre y noviembre, que abarca la estación primaveral. Octubre ya se caracterizó por varios destrozos y muertes a causa de fuertes temporales.
No solamente hace falta la actualización del sistema de medición de fuertes vientos y precipitaciones, también es necesario un método para salvaguardar las vidas de los habitantes de los departamentos que componen la zona de "corredor" de tornados. De la naturaleza se puede esperar todo y los departamentos no están preparados para soportar las graves consecuencias que pueden producir los fuertes vientos.
Sabemos que en otros países es normal que ocurran fenómenos como terremotos, huracanes o tornados de grandes magnitudes; la diferencia es que muchas naciones sí están preparadas y organizadas ante cualquier alerta que exista. Tal vez, nuestra situación geográfica nos salva de las consecuencias de estas catástrofes, pero eso no es excusa para no actualizar los equipos de meteorología. Mejorar la tecnología puede salvar vidas y reducir los daños materiales.
Por José Peralta (19 años)