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El modelaje es el sueño que muchas niñas tienen desde pequeñas; incluso, algunos padres anhelan ver a sus hijas desfilando sobre las pasarelas. Vanessa no fue la excepción y se introdujo al campo en su adolescencia; su principal influencia fue su progenitora. “Empecé a los 16 años; incentivada por mi madre, tomé el curso que poco a poco despertó mí interés y fascinación; en especial, me atraían las confecciones hechas a medida” relata.
A la joven le encanta deslumbrar sobre los tablones, específicamente, con todo lo relacionado a la moda. “Me gustan mucho los desfiles de alta costura. Cuando estoy sobre la pasarela, la sensación que siento es algo especial e inexplicable”, añade. Sin embargo, siente que, actualmente, resulta imposible dedicarse plenamente a lo novedoso. “Si bien, en nuestro país, el mercado es pequeño para trabajar exclusivamente en moda, pienso que de a poco irá ganando espacio”, comenta.
Asimismo, utiliza sus dotes de una dama esbelta para representar a empresas, con el fin de financiar sus exigencias económicas. “En mi caso, ante la poca actividad laboral en la alta costura, hago eventos como presentadora de marcas, promociones, etc., para tener ingresos y solventar de esta manera los gastos de mis estudios”, manifiesta.
Su meta a largo plazo es colaborar para que su profesión deje de ser un simple hobby. Sin embargo, actualmente tiene como objetivo ser la ganadora de una competencia nacional, Miss Mundo Paraguay. “Vivo con el sueño de que un día la alta moda ocupe un lugar importante en el país. Sin embargo, mi propósito ahora mismo es salir victoriosa en el certamen en el que estoy participando y ser Miss Paraguay”, expresa.
Vanessa invita a las demás chicas a que nunca se dejen guiar por los malos comentarios y que cumplan lo que anhelan. “Quiero que todas se animen a enfrentar las opiniones negativas hacia el modelaje; así también, deseo que luchen por sus metas aferrándose a sus convicciones, puesto que los prejuicios están presentes en cualquier ámbito y eso no debería ser impedimento para cumplir los sueños”, finaliza.
Por Joaquín Tandé (18 años)