Con el grito de "Sí, señor" y "No, señor", los cadetes se motivan para servir

¿Vos pensás que el cadete solo está para servirle tereré al sargento? El joven cadete Carlos Sánchez (23) manifiesta lo contrario al comentar lo que que él realiza cada día con sus compañeros en el cuartel, en donde aprendió valores muy importantes.

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Los cadetes son jóvenes que tienen una importante meta en la vida: la de ser profesionales militares. A fin de cumplir este sueño, ellos se internan en los cuarteles en donde, con mucho esfuerzo, adoptan el amor a la carrera militar.

Carlos Sánchez es un joven cadete de la Dirección de Servicio Agropecuario (Diseragro). Su vocación se inició una vez terminado el colegio. “Yo nací en el departamento de Caaguazú, me mudé con mi familia a Areguá cuando tenía 2 años y el deseo de ser militar surgió porque quería hacer algo importante en mi vida. Primeramente fui a la universidad, aunque luego la dejé por motivos económicos”, afirma el joven.

Gracias a su dedicación y un excelente promedio de 9.50, Carlos es el único en su unidad que tiene el grado de “brigadier”, que es una distinción especial por destacarse entre todos sus compañeros del cuartel y, a pesar de su corta edad, es encargado de cuerpo de la compañía de aspirantes.

La rutina de este joven se inicia a tempranas horas del día. “Me levanto a las 5:00 para arreglar mi 'cuadra', o sea mi pieza, después viene el aseo y el desayuno. A las 7:00 es la primera formación general y luego las clases se realizan toda la mañana; almorzamos y a la tarde tenemos más capacitaciones y entrenamientos físicos. La jornada finaliza con la cena y la última formación”, describe Carlos.

La carrera de un cadete es bastante ardua; por ello, Carlos destaca que la disciplina es lo más importante en su formación. “Aquí me enseñan a ser humilde siempre, porque quiero ser un soldado fiel y honrado que nunca defrauda a su patria”. Por otra parte, enfatiza que, por las dificultades de seguir la profesión militar, algunos compañeros terminan dejándola, por la falta de perseverancia.

Es duro admitir que muchos jóvenes desperdician su vida, sin hacer algo productivo, y les asusta oír palabras como responsabilidad y disciplina, valores que un cadete abraza cada día. “Tengo amigos a quienes invito a seguir esta carrera, pero ellos no quieren porque dicen que los militares no tienen tiempo para nada y que se sacrifican mucho”, indica el joven.

Carlos sigue adelante a pesar de algunos pensamientos negativos que se tiene hacia los militares, hecho que no le desanima. “Al ser cadete aprendés a respetar. Los jóvenes que dicen que esta profesión es 'jodida' están muy equivocados; la carrera militar es la mejor. Mis padres están muy orgullosos de mí por haber elegido este camino”, subraya.

Por Víctor Martínez (18 años)

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