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¿Aún recordás qué hacías aquel 28 de noviembre de 2013? En esa fecha, un maestro del humor cerraba sus ojos y sonreía por última vez a los 85 años: Roberto Gómez Bolaños, más conocido como Chespirito.
El curioso origen de su sobrenombre fue resultado de un elogio hacia Roberto por la originalidad de sus escritos y guiones. Por ello, lo apodaron “Chespirito”, es decir, una versión castellanizada de “pequeño Shakespeare".
Al hablar del rico legado humorístico del artista mexicano, indiscutiblemente el “Chavo del 8” fue su obra maestra. Aquel niño de mirada angelical, ropa andrajosa y corazón de oro nos enseñó que la felicidad puede encontrarse incluso en la pobreza y la sencillez.
Grandes y pequeños disfrutaron momentos de diversión en la TV: juegos de palabras, chistes inocentes y gestos simpáticos de los personajes hacían de La vecindad un show de lujo para toda la familia. Pese a que el Chavo nunca conoció a sus padres, encontró cercanía en sus amigos y vecinos, quienes, en algunas ocasiones, se molestaban, porque “no le tenían paciencia".
Por otra parte, no faltaba el que buscaba la quinta pata al gato y argumentaba que la serie exhibía antivalores como la violencia, la avaricia del señor Barriga o las familias divididas.
No todos los episodios del Chavo fueron “color de rosa". Basta recordar el capítulo cuando acusan injustamente a nuestro personaje de “ratero", por lo que tomó la dura decisión de abandonar la vecindad, aunque luego regresó tras aclarar su conciencia.
En cuanto al Chapulín Colorado, es un personaje fuera de serie, nada parecido a los superhéroes de Marvel y DC. ¿A qué se debió su éxito y cómo un miedoso acababa con todo villano que se cruzara en su camino?
Mejor no pudo haberlo dicho Roberto Gómez Bolaños: “No es héroe el que carece de miedo, sino quien lo siente, enfrenta y supera”. Recordemos que por más cobarde que fuera el Chapulín, siempre se armaba de coraje para superar sus dificultades y ayudar a quienes confiaron en él; así es, no “contábamos con su astucia”.
Artistas como Chespirito son eternos y sus personajes trascienden generación tras generación. Aquellas caídas de Chavito y los dotes heroicos del Chapulín estallaron las carcajadas de los papás, te hicieron matar de risa y, en un futuro, podrían ser la pasión de tus hijos.
Recordando aquel emotivo episodio cuando el Chavo y su vecindad visitaron Acapulco, pareciera que Chespirito ofrendaba su testamento en esta bella canción. “Prometamos despedirnos, sin decir adiós jamás, pues habremos de reunirnos muchas veces más; hasta pronto, compañeros, otra vez regresarán los momentos placenteros para compartir el pan… Decir adiós sería tonto, un hasta pronto solo será”.
Por Víctor Martínez (19 años)