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Los secretos son anécdotas de las aventuras, las locuras y otras cosas que realizaste y de las cuales nadie se ha enterado. Sin embargo, a veces, esos hechos los comentás a la persona en quien más confiás en el mundo y querés que los atesore como lo más preciado que tiene en su vida.
En ocasiones, las personas nos cuentan sus secretos para desahogarse porque necesitan que alguien los escuche. Es por eso que se dice “jurame con el dedito que no le vas a contar a nadie”, para que quede entre ambos y que de ahí no salga absolutamente nada.
Hay secretos entre amigos, compañeros y familiares. Con los compis, suelen ser escapaditas del cole para ir a divertirte un rato sin que nadie se entere. Por otro lado, entre los amigos, generalmente, ya no hay misterios porque son las personas que saben todo de vos, hasta la última vez que fuiste al baño.
Asimismo, en las familias, los tíos te vuelven a recordar lo más vergonzoso que hiciste cuando eras pequeño, como salir sin ropa a la calle y, ya que eso no suena muy bonito, se queda como una anécdota que nadie más sabrá. Por otra parte, debés tener mucho cuidado al elegir a quién le contás tus secretos porque no todos son de confianza y, si te equivocás de persona, lo que le comentaste podría ser un arma para lastimarte.
Por eso, siempre debés llevar en cuenta que las mejores personas para guardar los secretos son las que te brindan un hombro para llorar, escuchar tus plagueos o compartir carcajadas por lo que les confesaste. Sin embargo, no hay ser en el mundo que no tenga una anécdota loca que jamás contará.
Por Yanina Sosa (16 años)