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Miles de personas deben tomar alguna línea de transporte público para trasladarse a su lugar laboral o casas de estudios. El viaje se vuelve complicado al momento de subir a los buses chatarra, debiendo soportar molestias a lo largo del trayecto.
La mayoría de los transportes chatarra que tienen prohibido circular en la capital van a parar al interior por la escasez de controles. Viajar apretados, ir en las estriberas y soportar las precariedades existentes dentro del bus, como las ventanillas rotas y los asientos sucios, son algunos de los problemas que deben enfrentar los pasajeros.
Hace unos días, dos buses ardieron en llamas cuando se encontraban transportando pasajeros en la vía pública. Uno de los sucesos ocurrió en pleno centro de Ñemby y aproximadamente 15 personas iban a bordo, todas salieron ilesas; al parecer, las causas fueron problemas mecánicos.
El otro hecho ocurrió en la ciudad de Capiatá, con 70 pasajeros a bordo del transporte de la línea 58; a pesar de que el bus contaba con la inspección técnica vehicular, ardió en llamas. El chofer estima que el incendio fue generado a raíz de un corto circuito en el motor y por más de que actuó rápidamente con los extintores, no pudo controlar el fuego.
Actualmente, en la capital ha disminuido la circulación de los buses normales, pues los mismos se han reemplazado por los colectivos diferenciales. No obstante, aún podemos ver muchas chatarras por las calles. Las unidades de transporte público con 20 años de uso y que no cumplen con las garantías de seguridad tienen que dejar de circular.
Todos los buses que desean transitar por la vía pública necesitan estar en buenas condiciones; por esa razón deben contar con la Inspección Técnica Vehicular. A través del control mecánico, se conocerá el estado de los colectivos, lo que permitirá o impedirá la circulación de dichos vehículos.
Mientras no salgan de circulación los buses en mal estado, más conocidos como “chatarras”, seguirán las fallas mecánicas que luego generan incendios y otros tipos de problemas que afectan a pasajeros y conductores. Un desperfecto a causa de la irresponsabilidad tanto del chofer como de la empresa puede derivar en accidentes fatales. La ganancia de los transportistas no puede hacerse a costa de exponer a los pasajeros a un peligro constante.
Por Mónica Rodríguez (19 años)