Bala perdida: fruto de una euforia que convierte una fiesta en una tragedia

Gatillar por diversión en un momento de euforia puede desembocar en una tragedia. A raíz de las balas perdidas, un niño quizás pierda a su madre o la sonrisa de una criatura se apague. Por eso, antes de disparar, recordá que todo lo que sube, baja.

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El sábado pasado, en Obligado, Itapúa, la familia Meyer compartía una cena de cumpleaños. La noche era perfecta, pues el ambiente hogareño invitaba a los presentes a disfrutar de la celebración. Sin embargo, la música y las risas fueron interrumpidas por la caída de una bala perdida, que causó la perforación de la carpa de nailon que cubría a los invitados en el patio de la casa. Inmediatamente, la diversión se convirtió en susto, pues el proyectil impactó en medio de las personas y pudo haber provocado una tragedia.

Muchas veces, los disparos al aire terminan hiriendo a los demás y, en el peor de los casos, provocan la muerte de una persona. Una de las tantas víctimas fatales de las balas perdidas fue la niña Paz Valentina, quien murió a causa del proyectil que recibió en los primeros minutos de la Navidad del 2012 en Asunción.

Otro caso de balas perdidas ocurrió en vísperas del pasado Año Nuevo; Gabriel Vera quedó herido tras recibir un impacto de proyectil mientras esperaba la llegada del 2017 con su familia en el patio de su casa. También se viralizaron videos en los que se observaban a personas imprudentes que realizaban disparos al aire como forma de expresar la euforia de las fiestas. Esta situación generó la indignación de la ciudadanía y los autores de este hecho delictivo fueron imputados.

Frente a estas situaciones, la prudencia y la responsabilidad son los principales valores que se deben poner en práctica para no tener más víctimas como consecuencia de las balas perdidas. Asimismo, antes de realizar un disparo al aire, simplemente recordá la ley de gravedad de Issac Newton: “Todo lo que sube, tiene que bajar”; muchas veces, el proyectil puede descender al suelo, pero siempre existe el riesgo de que caiga sobre una persona.

Mientras alguien dispara al aire en un momento de euforia, un niño quizás pierda a su madre o la sonrisa de una criatura se apague. Entonces, antes de gatillar, pensá que en tus manos está la opción de disfrutar de una fiesta sin poner en riesgo la vida de los demás.

Por Dahiana Galeano (20 años)

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