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Nuestros padres siempre nos decían que no jugáramos con fuego, pero cuando este se utiliza como elemento de apoyo para el arte, se convierte en el mejor amigo de un artista. La danza con llamas forma parte de las modalidades del baile y, para poder practicarla, uno debe cargarse de valentía y coraje, ya que un pequeño error puede ser peligroso.
Diana cuenta que empezó a bailar desde muy pequeña, pero recién a los 21 comenzó a hacer “swing” con cadenas de fuego. “Primero me dediqué al circo en un colectivo de artistas teatrales, llamado ‘La casa de los payasos’ en donde me formé”, recuerda.
La joven es profesora de danza clásica, baile árabe y acrobacias de suelo y aéreas; “cuando empezaba a utilizar el fuego, al principio, me daba mucha impresión porque se escuchaban las pasadas de fuego hacia mí”, expresa. La bailarina dice que este estilo artístico, a veces, solo le deja pequeños golpes ocasionados por las mechas de las antorchas; “recuerdo una vez haber olido mi pelo quemado, pero ni se notó”, añade entre risas.
Con mucha práctica, los riesgos más comunes, como golpes y quemaduras, disminuyen al momento de bailar con elementos encendidos. Hula hula, candelabros, espadas, cadenas y abanicos de fuego son algunos de los objetos que utiliza Diana para sus presentaciones.
Asimismo, anualmente, en Argentina se realiza el Encuentro Internacional de Danza Árabe en el que Diana representará a nuestro país este año. “La danza árabe en Paraguay está creciendo”, dice la bailarina, quien asegura que lo más complicado para sobresalir en el arte es la sociedad, dado que vivimos en una tierra donde el arte es infravalorado.
“Realmente, ahora me dedico más a enseñar que a entrenar, pero siempre que puedo me doy un pequeño espacio en mi agenda para no estancarme y seguir creciendo”, manifiesta. La joven también comenta que algún día sueña con formar parte del equipo de Cirque du Soleil, el cual es su inspiración a seguir; “quién diría que dos malabaristas callejeros serían los creadores de tanta magia a nivel mundial”, agrega.
Finalmente, Diana aconseja a todos los que quieran realizar cosas extremas, que se apunten y lo hagan; busquen e infórmense, porque querer es poder y solo el cielo es el límite.
Por Ezequiel Alegre (17 años)