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El mundo está lleno de supersticiones y, aunque nos empeñemos en decir que no, creemos en cosas fantásticas, no podemos evitar cruzar los dedos cuando queremos que algo pase; todo “por las dudas”.
Amás los animales, pero si te encontrás con un gato negro por la calle, sí o sí te desviás del camino para no mirarlo. Cuando vas de visita a la casa de una tía y encontrás un vidrio roto, no mirás tu reflejo ni aunque quieras asegurarte de que tu peinado y maquillaje estén en orden. Ah, y si un amigo llega a tu casa en un día lluvioso, no lo hacés pasar a la sala hasta que cierre el paraguas.
“Nosotros somos arquitectos de nuestro propio destino”, decimos; sin embargo, cuando tenemos una semana no tan buena, porque nos enteramos de que nuestro amor platónico tiene novia, sacamos notas bajas en los exámenes y todavía no llega fin de mes pero ya no poseemos ni polvo en nuestros bolsillos, atribuimos nuestra “mala suerte” al hecho de que pasamos debajo de una escalera cuando íbamos al shopping.
Nos parece que los horóscopos son una pérdida de tiempo, pero cuando tenemos cualquier diario o revista a nuestro alcance, no dudamos un instante para ver cómo será la semana de acuerdo a nuestro signo zodiacal. De paso, ya leemos la profecía de la persona que nos quita el sueño, porque si en el plano amoroso le aconsejan que “declare su cariño a ese alguien especial” estarás esperando su mensaje de confesión en las próximas horas.
Cómo sufrís cuando ves en las páginas de curiosidades de Facebook que tu signo del zodiaco no es compatible con el de tu amor platónico. En ese momento entendés por qué no te responde las historias de Instagram ni te saluda cuando se encuentran en los pasillos de la facu. Además, leíste un artículo que trataba sobre los rasgos de la personalidad y no perdiste la oportunidad de compartir el post en Facebook, para que tus amigos sepan que “te enojás cuando te fallan”.
Aunque sepamos que muchas de las situaciones por las que pasamos son productos de las decisiones que tomamos a diario, no podemos evitar que una pizca de creencias supersticiosas corra por nuestras venas. Por eso, miramos sospechosamente a nuestras amigas cuando el pitogüé se posa cerca de todas y compramos de los vendedores de amuletos un atrapasueños con una pluma de kabure'i.
Por Viviana Cáceres (20 años)