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El paisaje de Suiza parece salido de un cuento de hadas: sus montañas cubiertas de nieve, vacas pastando y cabañas en el campo engalanan al pequeño país europeo. Igualmente, esta nación se destaca por un sabroso detalle: la producción de quesos que es conocida en todo el mundo y constituye un rubro muy importante en su economía.
La rústica cabaña “Alpage du Flore” de la ciudad de Conthey es uno de los centros de producción artesanal de quesos más populares en Suiza. En este sitio, ubicado a los pies de la montaña “Cantón du Valais”, Raúl se forma desde hace cuatro meses, por lo que lo denomina como su “escuela, fábrica y hogar".
El joven comenta cómo hizo realidad su sueño: “Terminé mis estudios en la escuela 'Pa'i Puku', de Presidente Hayes, en donde una asociación de suizos nos apoyaba en la merienda escolar. De ahí surgió un proyecto que buscaba enviar compatriotas a su país para que se capaciten en la producción de quesos. El conocido ingeniero agrónomo Werner Gerber inició el proceso de selección y así fui admitido”, recuerda.
Raúl describe su trabajo en la cocina: “Mi labor se inicia a las 4:00; me encargo netamente de la higiene en la sala de producción de queso y del cuidado del producto hasta su venta. La exigencia de mis superiores es tremenda, sobre todo en el horario de trabajo y en los procedimientos”, explica.
La correcta supervisión de las tinas de leche, el conocimiento de los fermentos lácteos y la temperatura adecuada de las porciones son algunos pasos de la ardua producción quesera. “Debido a que en setiembre comienza a nevar, aprovechamos al máximo las jornadas calurosas. Además, estar a 2.000 metros sobre el nivel del mar cuesta un poco, pero ya me acostumbré", afirma el joven chaqueño.
Con orgullo, Raúl comenta que el nombre de Paraguay suena fuerte en las cocinas suizas. “Muchos de mis compañeros no conocían nuestro país; luego, les atrajo las tradiciones y las músicas. Yo les preparé sopa paraguaya y quedaron maravillados”, destaca el joven.
Hernán Ortiz, de Carapeguá, y Juan Ibarrola, de San Pedro, son los otros compatriotas becados que desempeñan el mismo oficio de Raúl. Los jóvenes queseros trabajan en otros centros de producción ubicados en Conthey.
Si bien Raúl extraña a su familia, afirma que el ambiente laboral es óptimo y sus superiores le acompañan con cordialidad. Por otra parte, el quesero sueña con aplicar en nuestro país los conocimientos adquiridos en Suiza, con el fin de impulsar la industria quesera.
Raúl aclara que “me causa gran satisfacción saber que mis padres están orgullosos de mí después de tanto sacrificio”. Motiva a los jóvenes e insiste en que los sueños pueden hacerse realidad. “Anímense a lanzarse a nuevos desafíos que marquen la diferencia, no sean conformistas. Perseveren en sus metas para disfrutar de grandes logros”, puntualiza.
Por Víctor Martínez (19 años)