¡Al fin cumplí 18! Las expectativas de ser “legal” no siempre se hacen realidad

Llegaron tus anhelados 18 años y pensás “por fin voy a poder salir con amigos sin pedirle permiso a mamá”, “ahora ya soy independiente, nadie me puede decir nada”. Pero la realidad es muy distinta a la que pintan esas ideas de un chico o chica “legal”.

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Cuando llegás a la mayoría de edad, sentís que de un día para el otro tu vida cambió por completo. Vos sos una persona “adulta” capaz de tomar tus propias decisiones sin dar explicaciones a nadie. Ah, pero que tu mami no se entere de que andás diciendo esas cosas porque, o si no, chau de la casa.

Muchos jóvenes piensan que una vez que cumplieron los 18 años, mamá y papá ya no mandarán por ellos, pueden salir a la hora que quieran y volver a la casa cuando se les antoje, pero no es así, ya que la frase de los padres “mientras vivas bajo este techo se hace lo que digamos” no concuerda con los deseos de libertad de los nuevos mayores de edad.

Para demostrar su “legalidad”, muchos jóvenes planean comprar cajones de cerveza o ir a discotecas para festejar. Sin embargo, cuando mamá se niega a dejarte salir, tus únicas pruebas de que tenés 18 años terminan siendo tu cédula de identidad y el chip nuevo que sacaste a tu nombre.

Conseguir dinero para salir a pasear es mucho más complicado que antes, ya que si no trabajás tenés que pedirle a tus papás que te presten y, lastimosamente, cuando pases por el súper tendrás que comprar todo lo que falte en la casa para reembolsar el préstamo con intereses incluidos.

Hacer tus “plutarcadas” tampoco es como antes, ya que si te mandás una metida de pata muy grave tus papás sin pena ni gloria te pueden echar de la casa. Así que, la próxima vez que te atrevas a levantarle la voz a tu mamá, pensá dos veces porque es probable que te quedes sin sus ricas comidas.

Obviamente, cumplir 18 años tiene sus ventajas, pues podés hacer cosas que antes estaban "prohibidas", como entrar a una discoteca o conducir un automóvil, aunque varias de estas actividades son realizadas la mayoría de las veces antes de cumplir la edad mínima requerida.

Ser mayor de edad no es sinónimo de "hacer lo que yo quiera cuando se me dé la gana", sino todo lo contrario. Al llegar a los 18 años, tenés más responsabilidades y obligaciones que cumplir. Conseguir un trabajo, mantener las buenas calificaciones de la universidad y hacer que el dinero dure son mucho más difíciles cuando sabés que tenés que empezar a independizarte.

No todo es como muchos se imaginan al cumplir la mayoría de edad. Sin embargo, tiene varias ventajas: tus papás te tienen más confianza para dejarte llegar un poquito más tarde y, además, ya no necesitás que un adulto te acompañe para comprar tus medicamentos en la farmacia del hospital.

No creas que por ser adulto todo se va a volver más aburrido, pero tampoco es color de rosa. Aprender a balancear las responsabilidades con la joda es importante para que no se te escapen las cosas de la mano.

Por Divina Alarcón (19 años)

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